jueves, 18 de noviembre de 2010

REZA

El muchacho me había comentado el sueño que había tenido: estaba entre guerreros de la antigüedad que marchaban hacia una guerra; tenía una larga lanza y un escudo metálico que parecía una guitarra eléctrica. Pensé que por su origen, el sueño hacia relación con sus antepasados persas. Pudo haber sido un soldado del ejército de los Inmortales, en el antiguo imperio persa. Así que tú, en tu vida pasada fuiste un inmortal y ahora estas aquí, en Italia, en el 2010, pensé decirle, pero estábamos muy atareados. En mi caso, de la región donde nací fue ocupada en la época precolombina por indígenas de una etnia de artesanos y orfebres. En la conquista española, la población indígena se redujo notablemente por su rebeldía y los que no se suicidaron en grupos, se internaron en las profundidades de un Cañón que aun divide un caudaloso Rio. Con la construcción de ciudades, muchos españoles rebeldes huyeron a las montañas y se unieron a los indígenas, así se formó una nueva raza de la que puedo provenir en mi caso. El ruido de la maquina industrial me sacó de estas cavilaciones e invité a Reza a un café. Le dije Reza eras feliz en Irán, dijo sí, y tú, sí le dije, era feliz en Colombia.