viernes, 18 de noviembre de 2011

La lectura del Pájaro

La lectura del pájaro canoro, título que obedece a lo que el Ortodoxo Español Juan Valera (1824-1905) le reprochó a los latinoamericanos que renovaban no solo la literatura de habla hispana, sino consecuentemente le abrían la puerta a España y a estos rezagados países a la modernidad y que se conocían como “modernistas”.  El señor Valera tildó a los “Modernistas de “Pájaros Canoros” tratando de caricaturizar con el canto de esas aves del trópico al movimiento que le daba un golpe una vez más a la tendencia ortodoxa y dogmática de nuestros países (incluyendo España). Parece que el señor Valera veía insignificantes a los arrendajos, los turpiales y las golondrinas, parece que reflejaba en sus cantos la hiel de su sustancia dogmática clerical, pero Valera no era España y el genial Rubén Darío (1867-1916) estaba nada más ni nada menos que uniendo culturalmente a España y Latinoamérica. Pero me desvié del tema de este articulo que es el de la lectura. La tesis ya la había delineado en un texto sobre la lectura del 2008  que publiqué una vez más en mi pagina de “scribd” bajo el titulo :”El Bolero de la vida”. Nuestros países latinoamericanos siguen su movimiento cíclico en la rueda de la ortodoxia y el dogmatismo 
¿La lectura? 

Existen básicamente dos categorías en la lectura: la del lector profesional y la del lector investigativo: queda entre bambalinas el lector común, el que lee de vez en cuando y compra libros influenciado por la publicidad, un tema de moda o  gustos personales. Indiscutiblemente  aquí me refiero a la lectura de textos, no esa otra lectura que proclama la anacrónica moda de la semiótica.  Podría asegurar que el gran lector que fue el Argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) pertenece a la categoría del lector profesional y el también Argentino José Luis Romero (1909-1977), uno de los hombres más inteligentes de nuestro continente en lo corrido del siglo XX es un lector investigativo. Aquí como en Borges reniego de las especialidades y derivo ambas lecturas de una formación académica. En este ámbito el autodidactismo es más bien la regla debido a la carencia de una universidad de corte investigativo que es la que mantiene en un perenne atraso a la sociedad desde todos los puntos de vista. Masivamente no existen lectores profesionales y lectores que demuestren una seriedad investigativa como resultado de una “alma mater” tampoco. No necesariamente la masificación de escritores quiere decir que haya una masificación de lectores profesionales; al contrario, tal aparición de escritores, significa mejor un atraso. De los lectores comunes, la mayoría no son fruto o resultado de una “puja” académica”, como diría Borges, la lectura obligatoria de las academias crea es una “contra lectura”. La industria editorial vende es con relación al mercadeo. No existe una complementariedad de lectura y academia. Analizar las causas de estos fenómenos es no menos interesante. El lector más escaso que existe, es el que mencionó Rafael Gutiérrez  Girardot (1928-2005) con respecto a la lectura de Hegel : “ponerse en el ámbito de su fuerza” y esto quiere decir saber tanto como él y estar cuestionando sus comprobaciones. José Luis Romero es un lector como el que menciona Gutiérrez Girardot. Un lector común  leería a Romero para entender: por ejemplo, yo estoy entendiendo a través de la lectura de su historia de la sociedad occidental el mundo actual; yo me estoy guiando por su autoridad. Borges recomendaba la lectura hedonista, y el lector de Borges que paradójicamente debería ser un polígrafo, es también un sinnúmero de lectores comunes. El lector común, pienso, es bueno cuando entra en los artificios del autor como este que menciona Borges para evitar una posible “ incredulidad del lector” y acaso el abandono del libro: “No importa que el autor conozca el asunto del que habla; importa que haga creer que lo conoce. Cuando el lector sospecha que el autor no conoce el tema, que el novelista no ha imaginado bien las cosas, la suspensión de la incredulidad concluye”. (1960). Este no es el caso de José Luis Romero. Pero para no llamarnos a engaño el lector investigativo debe producirlo una universidad como las que ya no existen en Latinoamérica y mayormente nunca han existido; jamás una universidad privada en este ámbito producirá un lector tal como José Luis Romero, pues Borges era autodidacta y Gutiérrez Girardot completó su educación en Alemania criticando severamente la academia de su país. Es tanta la crisis de esto, como ya lo he repetido varias veces, que los lectores se dan espontáneamente, cuando idealmente no debería ser así: la educación institucional es la que debe producir los lectores. Yo no me resigno a un mediocre destino de lector común, producto del autodidactismo (factor de retraso en una sociedad) que ha  dejado miles de poetas menores y nuevas leyes burocráticas de lectura. Al menos diría como Borges, ser lector es una tarea más civil que la del  escritor y complemento con esa célebre frase Borgiana “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”. Eso indica que aspiro al menos a ser un lector profesional porque producto de la monstruosidad anti cultural del sistema ya es imposible ponerme en el ámbito de la fuerza que exige el lector de Hegel y José Luis Romero entre otros. El desprecio por la lectura va de la mano con el estancamiento de la academia, con su persistente utilitarismo que deshace en mil pedazos el ocio hedonista por la lectura; si un individuo se gasta una hora sentado frente una vulgar telenovela que hace que no tenga media hora así sea semanalmente para leer un buen libro: este imposible lector ha heredado la impaciencia de las elites que han gobernado estos países.






sábado, 17 de septiembre de 2011

El Escritor Noctámbulo

Estimados operarios

La madrugada y el fin de diciembre me rasgaban suavemente el corazón. Estaba sobrio, expectante. Observaba al chico que tenía un hambre terrible y la manifestaba. El hotel se veía desde la distancia como un restaurante chino en un sector popular ¡Comer era la cuestión! El hambre del chico me conmovió mucho. Salí a la calle a observar: una mujer semidesnuda se ocultó tras un poste de alumbrado y luego entró en la antepuerta de uno de esos hospedajes de mala muerte, después un tipo mal encarado se lanzó a la boca del poste donde había entrado la mujer. Muchos indigentes aparecieron de la nada por esa misma calle que alcanzaba a tener un poco de la luz que irradiaba de una avenida principal metros arriba: se disponían a buscar ansiosos en los andenes no sé qué cosas. De una -Me dice Carlos- camina y busca unos ayacos. Una caña de un retardado volador, caía inofensivamente sobre un tejado. En la desierta manzana de la plaza de mercados, revoloteaban algunos buitres. El Padre del chico, viejo en su oficio de portero, observaba quizá con una tranquilidad estudiada, el hambre del hijo. Me desesperé un poco: no tengo la culpa de ser cobarde, la literatura es basura, hace a los hombres cobardes y provincianos; lo único que tengo que hacer es cruzar la calle frente a la plaza de mercado, pasar por la vereda donde están los indigentes e ir a buscar el bollo. Hay un montículo de basura por allí, he visto que salen ratones y vuelan como colibríes. Un ratón blanco se posó sobre un mugriento poste, reclamándome el diente del niño: no ha mudado de dientes -le dije- En la esquina, en una caseta, unas personas bebían cerveza. El aturdimiento de la pólvora se había aturdido y daba paso a un pequeño cielo despejado. Tomo cerveza, brindo por la vida y por el primero de enero que me descubre aun en la mierda. El ratón se posó sobre mi hombro, tarareo una canción conocida para darme valor y la señora me dice -Cuídate hijo- Después , salí con los bollos. A la mujer del poste, aun el hombre la tenía crucificada en un pasional abrazo erótico, mientras al otro lado el cuchillo de un indigente resplandecía por el día.

12-2000

EL MACHO

Le habían dado la dirección de una nueva sala, entrando vio las chicas sentadas juntas en un largo mueble, una de las chicas le habló al oído a la Matrona. Lo hicieron sentar frente a ellas y le ofrecieron una cerveza, comenzó a beber a sorbos cortos y a mirarlas detenidamente, sin prisa, con sus ojos rasgados y su sonrisa apagada. No le parecía que esas muchachas estuvieran para ponerse un uniforme colegial como su amigo le había dicho. Mas sin embrago algo lo detuvo y le habló al oído a la Matrona; le señaló con cual chica quería estar, mientras pensaba que ella la elegida le parecía conocida. Ensayó poner la mano en el muslo despejado al cruzar las piernas. Ella se sintió un poco avergonzada, pero sin razón pensó él pues ese era su oficio y ahora que lo pensaba no se sabía si estaba acostumbrada, pues supuestamente esas jóvenes estarían estrenándose en esos menesteres. Se consoló pensando que así se sentiría la primera vez que un cliente le ayudó a quitarse el brasier. De todas maneras eso era voluntario del cliente. El macho se estremeció ante la piel de leche que tenía ante sí. Acostado boca abajo en la camilla, recordó la de ojos verdes, que por su ingenuidad lo hizo temblar mientras untaba la crema en sus espaldas. Vio a la chica concentrada en los movimientos de las manos por sus garrudos brazos. En los lisos muros unos amantes abstractos se retorcían. Se estremeció al pensar que antes de llegar a la sala, por la calle se encontró con una de sus alumnas del colegio que lo saludó efusivamente, que tal que lo vieran en estas-pensó- arruinaría su vida. Era conocido como un reparador electrónico en todas las salas de masajes que habían en la ciudad y lo conocían con el apodo del macho, pues cierta vez había gritado que él no tenía ni un pelo del otro equipo, hasta le daban crédito y a veces daba pagares falsos. Su afán de asedio en las salas era conseguir siempre la más joven recién llegada. Salió bruscamente de sus pensamientos y un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando la chica le dice “profesor”, sin quererlo tuvo una gran erección. Ella Le dice que tranquilo y le muestra un vibrador que tenía guardado. El profesor queda paralizado. Ella intuía su suave consentimiento al resbalarle el vibrador sobre sus espaldas. el sentimiento de su machismo se apoderó de su alma al sentir la mazorca deslizándose hasta sus viriles glúteos. La chica quería que los hombres supieran como era ser penetrada. Ella misma quería ser un hombre. El macho sintió cierto estremecimiento.

11-03-1996


El Escritor Noctámbulo

Cuando Lorenzo supo que Octavo Paz había ganado el premio Nobel merced a su genialidad burocrática, decidió decididamente anular todo vestigio de burocracia de su vida de escritor: nada de vender libros y menos de promocionar su propia literatura ¡Qué es eso¡ valga la burla. Que un escritor tenga que seducir a la gente para que lo lean, el que debe seducir es el texto mismo –reflexionaba perentoriamente- así que abandonó sus escritos al maravilloso escenario del publico invisible, del tiempo avaro y dejaría que la fama ( que se volvió una vieja hippie según él ) hiciera lo que se le diera la gana; sus provincianos amigos escritores que pensaban también que la literatura era “presencia” podían seguir engañándose. De todas maneras Octavio Paz era un mediocre que había sido famoso, con el olvido rondándolo como polillas y se confesó a si mismo lo que en conciencia era cierto: él sería un mediocre oscuro, pero al diablo, tendría a los grandes genios de letras a su alcance: leería un treinta y uno de diciembre a media noche el más famoso poema de Goethe, leería en sus amaneceres más trasnochados a la Eneida, a Baudelaire y a Vallejo. En conclusión, para un escritor como él que había lanzado al caño la burocracia, el mercantilismo del libro, la literatura de mercado y la irracionalidad de las musas, nada mejor que internet, que me lean todos los que quieran. Así pasaban los años y publicaba su artículos, relatos y poemas sin sondeos de visitas a sus páginas y a otras páginas que manipulaban lo sondeos de visitas y atraían lectores mediante la práctica de la ciencia de la publicidad. Me importa un rábano -decía- De ahora en adelante -y no se confesaba que era una especie de retaliación- escribiré para causarle una honda impresión al lector -si es que existe un lector- así nunca sepan quién soy, ni quien seré “yo” . No quería romper con el “yo” pese a todo y pasar a las filas de los liberados del ego que solo querían o vislumbraban la trinidad griega: la belleza, la ciencia y la virtud”. Si, sus textos tenían un nombre de autor. Una mañana que se despertó a mirar su página, observó que uno de sus relatos publicados un tiempo atrás, tenía un comentario: del otro lado del océano alguien lo había leído y ponía un buen comentario de un relato: original y me gusta este relato, decía el comentario. Así pasó casi un año reflexionando ese comentario y llegó a la conclusión que es mejor un comentario sincero que mil visitadores hipócritas. El tiro que le pegaría al lector que cayera en la trampa de sus textos, sería el de manipular su conciencia, el de hacerlo cuestionar sin que se diera cuenta, el de conducirlo como a un caballo al potrero de sus especulaciones y sobre todo en sus artículos que los escribía para el presente. Pero había días en que lloraba como alguien que había perdido un hijo, tanto tiempo perdido, recordaba las palabras de su abuela que decía siempre, no a él a Lorenzo, sino al aire para que todos lo escucharan, pero en el fondo sabía que esa sentencia iba dirigida a él “que el tiempo es oro y los santos lo lloran” palabras que para él sintetizaban el utilitarismo anglosajón y la moral de una época que persistía en mantenerse a través del tiempo y que cuando su abuela las decía a él no le decían absolutamente nada, pero mucho tiempo después comprendió lo que le decía su madre y se dijo que era tarde, estaba poseído por el demonio de la literatura y así algún santo tendría motivo para llorarle. Vomitaba esos pensamientos y recordaba que no había leído a Proust, que no buscaría por ningún motivo ningún tiempo perdido, mientras imaginaba a los escritores que la “gloria” les había regalado alegría, pero a pesar de todo él estaba contento, él era seductor, o mejor, sus textos eran seductores, amen y seguiría pensando que el terrible utilitarismo anglosajón posesionado en el mundo era lo más unilateral del mundo.


El Hijo de Ruth

Ricardo era el tipo de hombre que nunca había convivido con una mujer y que quizá nunca conviviría con una mujer. Ante sus dos amigos exponía reflexiones lucidas y mostraba su agrado por las mujeres jóvenes, como queriendo entrar en la conciencia de uno de sus amigos por sus gustos por las mujeres maduras. Sus ojos eran rasgados, como los de un oriental, sino resultado de una cirugía que había rellenado su cara para hacerlo ver más jovial, lo que le había producido que las secuelas de su acné de adolescente se notaran más, como si hubiera sido intervenido después de una quemadura . Su amigo le parecía que esa descripción exageraba, pero si se podía ver como un Maicol Jackson, a no ser por sus complejos debido también a su estatura. Sus dos amigos lo seguían fielmente en sus andanzas reflexivas, sino fuera también porque uno de ellos cayó en cuenta que sus disimuladas críticas hàcia lo que él hacia, lo estaban cohibiendo más de la cuenta. No moleste tanto, le decía a su otro amigo, me tiene ya traumatizado y sobre todo en cuestión de mujeres. Si se decía que era atractivo en comparación a Ricardo, porque no podía tener una chica hermosa. Al tercer amigo le parecía que este no era comportamiento de tipos de 34 años, pero los toleraba porque sus amigos les representaba un status que él no tenía, a pesar de que se consideraba más inteligente que los dos, pero a pesar de que la madre de Ricardo lo consideraba a él un borracho y mala influencia para Ricardo, a pesar de eso lo invitaban a compartir la Cena en la casa de ellos, cosa que él por falta de carácter se negaba a rechazar y lo que le valió en una ocasión que una novia que tenia lo sacara de la casa por no cumplirle una cita. Pero ninguno de los dos se atrevía a criticar a Ricardo frente a él Los dos amigos hablaban de él a sus espaldas y al otro día ya estaban reunidos.

02-01-2011


El Roto del Humo
Era la una de la mañana, pasaron por el bar Los Perros y estaba también lleno de prostitutas bailando cumbias vallenatos. Prostitutas de bajo precio pero la mayoría de ellas muy jóvenes. La pequeña minifalda que usaban y el contoneo ordinario de las caderas los hacían ver desde fuera en un frenético movimiento de los genitales. Pasaron por el Bar Carrusel donde también estaba lleno. Las prostitutas que allí habían eran más cotizadas. En ese bar no entraban sino tipos que tenían bastantes billetes. Pero ni por que así fuera, ese era un barrio que era un hervidero de delincuentes, gentes de mala vida e informales, era un zona roja, una zona de tolerancia de mala muerte . Era casi medio barrio lleno de Bares, casas de lenocinio y fumaderos de drogas. Lorenzo, le decía el amigo –Usted fue muy grosero en su primera comunión, no dejaba de maldecir- Pasaron por el bar Casa de las Muñecas y a Lorenzo le llamó mucho la atención una muchacha que estaba sentada y dejaba ver sus piernas color canela hasta sus genitales. Rodrigo-dijo- es muy bonita esa mujer que está allá sentada sola. Bueno que le vamos a hacer, no tenemos billetes. A pesar de todo, Lorenzo era muy tímido y no se atrevía a entrar al Bar para hablarle si quiera. No seamos hijueputas nos jodimos. Rodrigo quería fumar marihuana. Lorenzo había perdido su año escolar y estaba asustado ante el autoritarismo de su madre. Si marica, usted tranquilo porque no estudia. Entonces vamos a buscar marihuana, dijo Rodrigo. Pasaron por el bar El Roto del Humo, Lorenzo no sabía por qué había recordado la pregunta con la que perdió su año escolar: ¿Quién entraba por Richard Nixon, a la Presidencia? Pero si yo no soy gringo , a duras penas me gusta ver bailar a Travolta, se decía. Además no fumo marihuana y éste marica quiere empezar a fumar marihuana. Se acercaron al Roto del Humo y Lorenzo quedó maravillado, estaba lleno a reventar y todos estaban bailando una versión Vallenato de la canción Alicia la Flaca en un frenetismo de movimiento de caderas ; se acercaron un poco más, era un bar de prostitutas homosexuales. En la claridad que les daba las luces giratorias en la pista de baile, pudo observar las caras de éxtasis de los homosexuales. Vamos a buscar Marihuana, dijo. Rodrigo se internó entre unas casuchas miserables a las que se llegaba descendiendo por unas escaleras. Yo lo espero aquí, en una esquina despejada por la neblina del amanecer. Pasaron unos minutos, cuando vio a Rodrigo apretándose con una mano el ombligo. Primo, le dijo con cariño, me metieron la punta de un cuchillo en el ombligo. Rodrigo era un jovenzuelo que vivía hacia poco tiempo en la calle, su familia vivía en la indigencia. Lorenzo comenzó a pensar en su primera comunión, si, se veía elegante en la iglesia, había blasfemado varias veces por que accedía fácilmente a la cólera frente a su familia; su abuela que lo llevaba de la mano, lo sintió inquieto y lo aferro mas fuerte cuando el cura paso dando bendiciones
23-12-2010

martes, 13 de septiembre de 2011

El Monte Sacro de Roma...Eljuramento perdido

El juramento perdido


Bajo los auspicios de una luna pálida de otoño, me veía caminando de un lado a otro el «ponte nomentano» en Roma. Los silenciosos murmullos del río Annio me regalaban la romántica escena de un joven Bolivar sentado junto a su Tutor Simón Rodriguez, observando las verdes colinas vecinas, y a punto de «jurar» la lucha por la independencia. Pero no, ya el tiempo se había llevado al Río Annio, y las Colinas eran relampagueantes faros del urbanismo moderno. Pero si, estaba auspiciado de la curiosidad de muchos obreros de Marruecos que acababan de salir de una fábrica aledaña y que miraban mi desorientación como si fuera a suicidarme lanzándome del «ponte» que casi rozaba la tierra.
El parque enmontado donde estaba una rutinaria estatua de Bolivar a pocas cuadras del urbanizado Monte Sacro, me dejaba más asombrado. Ni una sola mención al juramento de Bolivar; seguí caminado y sentía el avance del siglo XXI, pesado en mi espalda. Ya bien entrada la noche,  después de haber caminado una hora, me encuentro con «el Obelisco» que el gobierno de Venezuela había inaugurado hacia pocos meses, y que también borraba desapercibidamente la placa donde constaba que Bolivar había jurado.

Una inesperada tempestad borró a Roma en un par de segundos, me pareció que Júpiter comandaba la furia desatada de la plebe contra el Emperador. Gladiadores y esclavos se dirigirían al Monte Sacro donde tomarían el Puente Nomentano; empapado y ahora seguido por una patrulla de la «polizia d´stato» pensaba en indagar la primera pista que tenía: un manuscrito de Simón Rodriguez que según entendidos estaba en una sala de la hermosa Biblioteca fundada en el inicio de la era científica en 1700, y que se ubicaba en la «vía di Sant´ignazio»

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Jamás imaginó que estaría en Roma y ahora que se encontraba allí, su mente se blanqueó: trató de calmarse; después de algunas horas recordó la “piedad”. Eso es, lo primera que haría sería contemplar la “piedad” hasta la saciedad. La verdad Miguel Ángel le era más o menos indiferente y más si siempre se había considerado agnóstico. Pero pensó rápidamente que cometería con ello una injusticia histórica : además no era “jacobino”, la “piedad” es una escultura del patrimonio cultural y religioso de occidente, Latinoamérica la ha heredado y los abuelos no quieren que eso cambie. Hay que tener piedad-se dijo- entonces contemplará la “piedad” como primera cosa que haga. Pero miércoles -se dijo- verdad que es casado y lo que cuenta es lo que diga su mujer, al girar en una esquina para ir hacia el hotel quedó petrificado, él, que era un liberal hobbesiano no había recordado al “monte sacro” allí se juró la primera insurrección contra los patricios Romanos y con ese recuerdo Bolívar hizo su juramento allí al lado de su genial y generoso maestro. Una lágrima resbaló por sus mejillas: seis meses en Córcega y no escuchó jamás a nadie mencionar “el monte sacro”. Los Italianos jamás hablaban del “monte sacro” histórico, al menos él nunca escuchó hablar del monte sacro: el monte sacro se había borrado de la mente de todos y ahora al parecer era un barrio de Roma. Tendría que investigar urgentemente, al miércoles todo, investigaría el sitio exacto del monte sacro.

10-10-010
(2)
El 30 de diciembre del 2010, Lorenzo estaba a punto de abordar un Tren directo a Roma junto con su mujer pero un malestar de última hora los obligó a quedarse en Bolonia. Lorenzo no estaba en Roma, como había dicho, su mentira se debió a una estrategia de escritor y esta era la fecha y la virosis de la temporada invernal que habían adquirido no se les despejaba. A pesar de eso su obsesión por ubicar el sitio exacto del Monte Sacro se trasladó a los mapas satelitales y a viejos foros en internet, su mujer en cambio anhelaba ver partir el año en el vaticano bajo el saludable saludo del Papa. Lorenzo no podía entender porque las noticias sobre los hechos ocurridos en el Monte Sacro por lo menos cuatro siglos antes de Cristo eran tan casuales y escasas. El cosmopolita pueblo de la época quería una apertura democrática que los Romanos les negaban y allí los plebeyos en memoria de esto hicieron una cripta dedicada a Júpiter Terrible, Dios supremo de los Romanos y que había llevado a la tierra en manos de Pandora la Caja “terrible”. ¿Pero sabrían los Plebeyos que la esperanza rondaba aún el fondo de la caja? Lorenzo recordó que había leído en alguna parte que por un tiempo la humanidad estuvo sola, poblada de Dioses con debilidades humanas. Se imaginaba a Júpiter transformado en cisne para seducir a Leda. Simón con su tocayo y maestro, siglos después se encontró cara a cara con Licinio, el líder de los Plebeyos o se encontró cara a cara con la “esperanza” que aun vagaba entre los siglos por el monte Aventino. Lorenzo no entendía porque los Italianos modernos no le dieron absolutamente ninguna importancia a estos eventos, se había lavado de la mentalidad de Roma la primera protesta democrática del occidente naciente y luego el tenaz juramento de Bolívar no se habría ni mencionado en las crónicas de historia italiana. No había ni señas en el ciberespacio de la inscripción a Júpiter que había dejado Licinio en el Aventino, en memoria de ese acontecimiento, o ahora en el puente antiguo que había quedado tras siglos de abandono. La única señal clara que denotaba el sitio del Monte sacro era el puente Nomentano en la confluencia de los canalizados arroyos (otrora ríos) Alniene y Ullmano. Pero lo que le preocupaba más a Lorenzo era la despreocupada interpretación que hacían actualmente de la figura y obra de Simón Bolívar. Despreocupada interpretación que tuvo sus inicios según entiende del mismísimo Marx que ocupado en ese momento de Napoleón tildó a Bolívar de Napoleónico, acusación que pesa aun sobre sus humanos hombros, humanos porqué las cartillas oficiales también momificaron a Bolívar en las tendencias románticas y neoclásicas del héroe inaccesible. ¿Sabía Karl Marx de las ideas de Bolívar? Sabia Marx sin duda de las ideas de Napoleón sin gustarle el epíteto de “cesarismo” que le sumaban a Napoleón . La paradójica situación de Simón estuvo en que su “ideal” se llenó de sustancias ideológicas que él mismo no profesó , hasta convertirlo en alguien que mucha gente no quiere tanto en derechas como en izquierdas. El Bolívar que amaba Leonardo, era el Bolívar que había poblado el libro de Gabo: “El General en su Laberinto” era el Bolívar Humano y Demócrata, que aceptaba humildemente su destino: la incomprensión y el abandono. Marx en ese tiempo no entendió a Latinoamérica y la visión de “Unión” de Bolívar, además Europa estaba en completa posesión de sus ideas de nacionalismo. A Europa que le importaba que Simón hubiera estado en el Monte Sacro recordando a Licinio, invocando la “esperanza” . Nadie más ajeno a las ideas de “nacionalismo” que Bolívar. El Bolívar que luchó por la libertad y la unión continental, era contrario a las dictaduras y evidentemente a los nacionalismos. En el amanecer del 31 de diciembre, Leonardo se levantó de la cama: su mujer aun dormía y tocó su frente caliente por la fiebre: le dio de beber agua y después entro al mapa satelital: creyó ver en el Barrio Monte Sacro un monumento curioso, se detuvo en el nombre y creyó leer “parque de la libertad” . Creía estar delirando por su escalofrió y su tos, no deliraba, estaba ahí, un monumento dedicado a bolívar; según leyó , el presidente venezolano lo había mandado a hacer a un coterráneo suyo y en una ceremonia donde estuvieron los italianos inauguró el monumento sin representantes de ningún otro país bolivariano, creyó leer Leonardo

(3)
La verdad era otra, Leonardo Camilo cuando estuvo en Roma por primera vez, estuvo con su mujer en uno de esos recorridos por los sitios más visitados por los turistas en un bus de dos pisos (Por su puesto, la pareja iba en el Segundo piso destechado) y Camilo vio “La piedad” en la capilla Sixtina, detenidamente hasta el punto que su mujer lo pellizcó pues llevaba más de una hora viéndola, y hasta tenia nerviosos a los celosos vigilantes. Había cosechado la idea de ubicar el Monte Sacro pero su timidez se lo impedía y el escaso presupuesto que tenían para quedarse en Roma ( Su mujer había llegado hacia unos años a Italia como inmigrante). La segunda vez plantearon ir a Roma en una visita relámpago debido a que regresarían pronto a su país de origen, Camilo ya tenía la idea clara de ubicar el Monte sacro y además también podía imponérsele un poco más a su mujer. A finales de diciembre del 2010 intentaron ir, como se mencionó, pero Camilo logró su objetivo unos meses después, lo que ubicó a la pareja en la intención de visitar el monte sacro antes que nada. Tal como lo había visto en internet, el Viejo puente Nomentano, al parecer sitio exacto del monte sacro, pero poco tiempo después inspeccionando un poco el antiguo puente (tenían poco tiempo) no vio por ninguna parte el testimonio del juramento de Bolívar ( ni siquiera una pequeña placa conmemorativa) y según resulta, el hermoso monumento que construyó a esto el gobierno venezolano, estaría ubicado lejos de allí acaso con la intención de hacerlo más turístico y dejarlo como el sitio exacto del juramento de Bolívar: sitio inaugurado con toda pompa y a los que asistieron verdaderamente como invitados de piedra, los embajadores de los países bolivarianos ( ¿una mano de mayúsculos diplomáticos?) y quizá sitio que convendría por tener acceso a más despistados turistas, porque a decir verdad, el “nomentano” no lo visitaba nadie, a no ser algunos informados en su historia, pero también cabe denunciar, que en los intensos paseos de la pareja por los sitios más concurridos de Roma y donde el cumulo de gentes de todo el mundo era inimaginable, tampoco, desgraciadamente, se comentaba ni mas remotamente el sitio donde se ubicaba el monumento a Bolívar. El bello parque, cercano al Nomentano estaba en un descuido total y uno que otro anciano se acomodaba en sus perdidos escaños. A Camilo no le quedó tiempo de ubicar el monumento ( su mujer se impuso una vez más con un argumento irrefutable) pues la romería de turistas que se movilizaban como hormigas recorrerían los sitios ya consabidos. Ni siquiera un humilde turista había visto Camilo pasearse por el Viejo Puente Nomentano, y solo un puñado de operarios inmigrantes en un inmenso garaje observaban curiosos a la pareja inspeccionar el Puente: luego llegó lo que parecía ser un fotógrafo profesional a encuadrar el Puente en su cámara. La decepción de Camilo no era tanta como su duda ¿donde estaría la inscripción a Júpiter Terrible y el sitio exacto del Juramento? A ningún turista le importaba y quizá el barrido cultural de la mentalidad de las gentes de Sudamérica e Italianas les impedía apreciar esto, pues cierta vez en la ciudad donde Camilo había trabajado en el norte de Italia (Bolonia) entabló conversación con un paisano bolivariano que había trabajado mucho tiempo en Roma y le disparó con un gesto de desprecio esta afirmación: “pero que tiene el Puente, si es uno más entre un Viejo Puente mas, el monte sacro es un barrio entre un barrio más de Roma” ( este paisano solo pensaba en crear une empresa mística, como en Sudamérica y Centroamérica en el que había prosperado tanto el protestantismo como una prospera industria que hacía nuevos ricos a montón, y como en Colombia que esta empresa ya intervenía en la politiquería y quitaba y ponía congresistas. Como decían algunos ilusos italianos , pobre Italia con tantos emigrantes, sintonizando el postulado del partido xenófobo y racista de la liga Nord. Camilo decía, pobres italianos cayendo cada día más en la ignorancia y en incomprensión. La “reforma” en Europa costo muchas guerras. A finales del siglo XX, América Latina efectuaba por decreto una curiosa “reforma”, como había efectuado por decreto su entrada a la democracia. Pero esta reforma tardía, la ubicaba siempre en platos de segunda mesa.

13-09-2011

martes, 1 de marzo de 2011

Los títeres enanos

De la galería de los “poetas menores” que existen en habla hispana, ninguno le pareció tan desesperado a Camilo (aparte de él mismo, por supuesto) que un poeta del que tuvo noticia por casualidad, que no sabía Camilo si era por convocar la “fama” como diera lugar y modo , o por hacerse notar de una forma imperiosa pues se dio a la tarea de usar el plagio como una forma de escritura propia ( Plagiaba a cualquier poeta que se la atravesara por el camino: hasta ahora Camilo no sabia si había plagiado a algún “poeta mayor”) hasta el punto de dividir la historia de su literatura en dos ( él en su megalomanía decía que había dividido la historia de la literatura en dos) : los poetas que son dignos de haber plagiado y los poetas que después no se ameritan ni de plagiarse. Camilo se preguntaba si él mismo merecía plagiarse de él, pero en el fondo le asustaba ese juego pues la literatura se tomaba muy en serio hoy por hoy hasta el punto de haberse construido horribles metáforas como la de que los productos literarios eran hijos de sus creadores “sangre y huesos”; era la desesperación del escritor contemporáneo, pues pensaba Camilo que ese era otro fenómeno de masas, eran escritores masivos como pintores masivos, habían poetas y escritores como maíz para gallinas decía Camilo, el escritor genial ya era un mito en la historia de la literatura y estos escritores masivos se peleaban sus derechos de autor como progenitores pelándose la custodia de sus hijos. Horrible aspecto presentaba la literatura pensaba Camilo. Ya se había destacado el hecho de que el arte actual había perdido su imprescindibilidad en el sentido que miles y miles de personas podrían vivir toda su vida sin ninguna noticia de arte. El arte ya no volvería a ser la misma y quedaba sometida a (como casi todo) a la libertad de conciencia- terrible noticia- Ahora Camilo no sabía qué clase de poeta era él (porque pensaba que contemporáneamente se negaba que la literatura era una, que ya no tenía razón de ser los géneros literarios) que todos los escritores eran simple y llanamente poetas. Camilo pensaba en Jorge Lemoine y Bosshardt según como lo presentaban en Wikipedia: era una presentación impresionante… “Nacido en Argentina en 1948, Jorge Lemoine y Bosshardt es un poeta, plagiador y auto promotor, quizá en orden inverso de relevancia. Es especialmente insistente, y ha creado al menos una veintena de títeres en Wikipedia para reponer una y otra vez el mismo texto. También se auto promociona en todo tipo de foros y ha llegado hasta el extremo de suplantar el nombre de personas críticas con él para auto promocionarse en Wikipedia (por ejemplo, Aitana Cortázar...” Camilo le parecía que ese juego literario ya no tenía razón de ser actualmente de tanto que se había jugado, pero en el fondo no se confesaba que eso lo hubiera querido hacer al menos unos años atrás. El que había inventado sin éxito y con suma ignorancia movimientos poéticos que ya habían sido inventados y hasta reinventados, él que vivía rodeado de mediocres que se creían geniales y le proponían inventar juegos que ya habían sido inventados ¿en el fondo envidiaba a Jorge Lemoine y pensaba que él jamás se fijaría en él para plagiarlo y si lo hiciera, pensaría que el haría lo mismo con él, tomaría a cada uno su s hijastros y los copiaría fielmente… Ah la literatura que puerca es hoy día, nadie piensa en robar los tesoros literarios que hay leyéndolos sino en crear porquerías que nunca llegaran a tener ninguna carta en la historia.
El poeta Jorge Lemoine usó recursos literarios que ya habían sido usado miles de veces. Quizá su merito si es que tiene alguno se deba a que osó usarlos hoy día, en una sociedad inundada de poetas menores, que creían en sus versos en un tiempo en que el verso ya había sido desterrado de la historia. El merito lo tenía en decirse descaradamente plagiador y suplantar a la gente real con sus títeres cuando los genios de este recurso habían inventado títeres que aun hoy día se creen que fueron reales, aun muchos creen que Pierre Menart fue el autor del Quijote (y lo creerán en el futuro). A Camilo no dejaba de parecerle esto increíble , pues a estas alturas de su vida no sabía cómo tomar la literatura , estaba tan confundido como hace 20 años cuando empezó a escribir pensando en los huevos del gallo, en las mujeres y en quien sabe que cosas más. Nunca podría olvidar que él sirvió de ejemplo a dos lindas niñas aspirantes a escritoras para que no cometieran tan disparatada empresa, y las que le recomendaron sus consejos fueron otras dos lindas niñas que aparentemente salieron deslumbradas de sus lecciones de escritor de más de 15 años en el oficio. Ahora Camilo no sabía para que servía la literatura, si para deslumbrar a uno o dos parroquianos o lanzarla en el tiempo para que la leyeran tres o cuatro despistados que les parecería lindos sus versos o su prosa. Camilo sintió como si hubiera descubierto el sentido de la realidad cuando leyó la biografía en wikipedia del reconocido “plagiador literario”, ni siquiera las noticias espeluznantes de la crónicas judiciales y políticas le hicieron parar en la realidad como el caso de este descarado plagiador que parte en dos la historia de la literatura: la que no sirve para nada y es tan practicada como los miles de pintores que abundan y tan megalómana como los miles de poetastros que se creen geniales, pero de todas maneras Jorge Lemoine le parecía un escritor genial, un títere más que se ríe de todos.