En mi
experiencia como lector, no me he encontrado con un tema narrativo que trate
actualmente de la amistad entre géneros; así que me aventuré con un texto titulado
la Escoba en Minifaldas y publicado por la revista Culturamas* en el que un
individuo se queja de su imposibilidad de mantener una amistad con una mujer
sin que tenga deseos de -para decirlo en portugués- “fazer o amor” con su
amiga.
En cambio la amiga no siente ninguna atracción por el individuo y en vano le
hace ver o trata de despistarlo para que abandone tal intento, a sabiendas
además que ella está comprometida. Al tipo le resbala-como dicen
localmente-toda moralidad con tal de lograr su cometido y prefiere abandonar su
trato ante las quejas de ella.
Reflexionando el tipo, trata de buscar el origen de su imposibilidad de tener
desinteresadamente a una mujer y toca los linderos del incesto como el origen
de ese hecho.
Por el lado de ella reflexiona que le falto tiempo para ceder ante las
peticiones de este y se consuela con pensar que estuvo bien así ¿por qué tiene
que ser tan rápido-pensaba- si apenas conozco a ese tipo.
Encontré entonces a Serena Barcos, una mujer de una novela breve de Eduardo
Mallea que es abiertamente “misandria” o misándrica”. Revela inmediatamente su
odio a los hombres pues casi todos están “deshabitados: son sexos… Una especie
de muerte que vive por sus orgasmos”. Es un instinto de propiedad muy fuerte,
como dice el narrador de Serana Barcos, que lo lleva a abandonar otro
sentimiento que no sea el erótico y se vuelvan impacientes por reducirlas a sus
instintos machistas.
Así fue como el pretendiente de Serena y el de mi relato se decidieron a acosarlas…
A enfrentarlas con su pasión, como dice el autor que le abrió a la narrativa del continente
las puertas de la actualidad literaria, y que por su novela Los jóvenes hombres
muertos, pudo existir La región más transparente de Carlos Fuentes.
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