El muchacho dijo espontáneamente que aquel tipo -luego
lo señaló con su dedo índice- era de “medallo”, que lo había escuchado hablar el
viernes mientras pedía fiado el refrigerio de antes del almuerzo, lo que
correspondía al mecato de media mañana en el modismo local. Luego lo escuchó
decir la “muletilla” de la gente de “medallo” mientras le pedía regalado un
cigarrillo a su ayudante. Ese viejo es
un desjuiciado, siempre se ve sin dinero
–sentenció el muchacho- dando el último sorbo a su vaso de avena. Si lo
dice por viejo, apenas tiene treinta años -repuse- Yo estuve con él el viernes;
hablaba, hablaba, hablaba fluidamente
con ese acento tan envolvente que tienen los de allí ¿no has escuchado hablar
de los culebreros? Se dice que “culebrero” que se respete es de Medallo (el
culebrero es un vendedor ambulante que hace gala de una terrible elocuencia
callejera). La señora que vendía las
“papas rellenas” y la avena siempre bostezaba a esta hora del lunes, gesto que
me parecía fuera de lugar en este mes del año en que el sol del trópico quemaba. Nos encaminamos hacia el piso doce de la obra no
dando tregua al comentario: ¡Mire chino…! -Le dije- (el apelativo “chino” en el
modismo local se reservaba para niños y gente del común), el paisa, como le
dicen a los de “medallo”, no dejaba de pedir cerveza, no dejaba de hablar: ahí
estuvo el maestro de obra, los mamposteros, los estucadores; el lugar se volvió
una orgía de cerveza, de música ranchera, hasta que el costeño se enfureció;
exigió que pusieran canciones vallenatos. Ahí se formó un problema; me quise ir, pude leer
en la mente de Joaquín que no me dejaría ir hasta que no gastara el último
centavo; el maestro de obra, dijo persuasiva, paternalmente , que dejaran ir al
doctor ( así me habían apodado en la obra). El chino dijo con entusiasmo que conocía al
hijo de Joaquín; el hijo de Joaquín dice
que dentro de pocos años estará jugando en un club de futbol en Europa, me lo
dice a mí que soy su amigo ¿pero al menos está jugando ya en el equipo de
futbol de la ciudad? -Le pregunté- ¡No…!
–Contestó- pero es el mejor jugador del equipo del barrio, se da el lujo de
ostentar su clase de jugador, incluso en su colegio. Muchos lo odian porque va por ahí diciendo que se
parece físicamente a Michael Owen, incluso se dio el lujo de despreciar a Mirleya,
que se atrevió a decirle que él le
gustaba. Ella, resentida, le dijo que no
tenía la altura de Owen ( por supuesto el no llegaría a medir un metro noventa
en su edad adulta, con diez y seis años, a los veinte llegaría a medir por mucho uno sesenta y
cinco, que es por decir menos la estatura promedio). Luego se fue calle abajo de la casa de Joaquín
( que es una casa como las que se
construían en la colonia española, en un barrio en las que quedaban ya pocas) y
se escuchaban sus insultos contra el que se le atravesara... Pero el hijo de Joaquín no va a los bailes de
cumbias peruanas, donde van los llamados “ñeros” (los que se han vuelto “ninis”) ¿entonces qué música le gusta al
hijo de Joaquín? Esa que sonaba a
finales de diciembre del año que acabó de pasar ( el dos mil cuatro ). Un fuerte olor hizo que el chino se distrajera,
cayéndole en el ojo derecho la delgada sopa del estuco; la queja hizo que el
doctor se bajara del banco de madera que usaba para estucar las partes altas
del muro. El ojo del chino le lloraba
por el enrojecimiento, el doctor le lavó el ojo con abundante agua, mientras
decía que había algo raro en la obras en construcción que hacía que el
intestino no funcionara decentemente. Luego le sonó el “beeper”, lo miró ( también al
reloj) y salieron de la obra bajo las
maldiciones del chino que decía que cuando alguien está de malas hasta del
cielo llueve m… Al maestro de obra le sonó su
teléfono celular ( que era una rara ostentación ); el chino le alcanzó a
ver el celular y se burló de esa “panela” ( la panela es un endulzante popular
del tamaño de un ladrillo de barro cocido, que resulta de la miel desechada en
las plantaciones de caña de azúcar). Vea maestro- se refería al estucador- ya
está navegando a toda máquina el “ Smartphone” y ese “pingo” todavía con… ¡ Una
panela! (“pingo” era el apelativo para gentes de esa ciudad que quería
significar a alguien insensato, pero que se decía como “muletilla” ¡Ahh.. ¿qué
pensarás de mi beeper?... Huevón!-dijo el doctor-. Hicieron detener una buseta
y la abordaron ( a la derecha de la buseta circulaba un motociclista que fue dar lentamente contra un andén). Radio Nacional transmitía la noticia
destacada de estos inicios de año con la captura de un jefe guerrillero apodado
“Granda”; que si fue detenido en el vecino país, que si no fue en el vecino
país la captura; que la Potencia Mundial estuvo involucrada.… La madre, chino
–dijo el doctor- apague ese puto radio o si no le lanzo de aquí un bollo de
estuco. Primero se bebía un café servido en un vaso desechable del que vendía
Doña Teresa, la que cargaba los termos con el negro líquido en un carrito de
bebé… ¡Ya son las tres de la tarde y no podremos cumplir la tarea por estar
hablando paja…! Maestro es que los lunes siempre son del zapatero –repuso el
Chino-( con eso se refería a la costumbre de los obreros de zapatería de no
trabajar los lunes) ¡ Tienes razón, acabemos este puto enero, entonces,
hablando m…! ¿Cuántos años tienes Damián Alexandre? Entré a diez y siete años,
Maestro Corto ¿porqué la pregunta? Es que estaba pensando en el hijo de
Joaquín. Ese Joaquín es un miserable cojo que se gasta todo el salario en
cerveza. Es que la Mamá de Joaquín es
funcionaria de la Alcaldía -contestó el chino. Bueno, esa tarde, el paisa,
cuando los obreros estaban prendidos (quiere decir que ya estaban alicorados)
propuso que nos fuéramos todos a seguir bebiendo licor a un lupanar; yo, como
dije, logré escaparme, después supe que fueron pocos los que siguieron al paisa
y duraron perdidos unos días, hasta el punto que la familia del paisa puso la
demanda a la policía ( el maestro de obra es cuñado del paisa), fue cuando
usted lo escuchó pedir fiada la merienda.
Bueno don Corto, menos mal que yo me había ido con Michael Owen a una sala de Internet.