sábado, 1 de enero de 2022

La vista de mil vidrios: «Un peregrinaje por la tierra mar de los Tayrona»

La vista de mil vidrios
Un peregrinaje por la tierra mar de los Tayrona










El peregrinaje por  este territorio de naturaleza virgen y desconcertante, conocido también por ser idéntico al planeta; una región  en escala de la tierra; lo hice,  no sabiendo que  mis ojos adoctrinados,  miraban desde  «la vista de mil vidrios», luego supe que los Mamos, líderes espirituales indígenas, miraban desde «aluna»: lo invisible y lo visible; el origen y el desplazamiento; el ojo del océano y del pensamiento.


Estuve  en la tierra mar de los indígenas Tayrona (descendientes del extinto Jaguar), en el alucinante Parque de la Sierra Nevada de Santa Martha y  el Parque de las fantásticas playas del Tayrona: llamado corazón de la tierra. Estuve, es un decir, en los brazos de las montañas, las más altas que un litoral pueda tener; en el mar caribe colombiano: su mayor pico alcanza cinco mil metros de altura.


Por su puesto, estuve, es un decir, allá están los koguis, arhuacos, wiwas y kankuamos, que vivían cerca del origen: las aguas que llegaban a las vivas playas, y que con el tiempo fueron desplazándose hacia las alturas, por la llegada de los hermanos menores.


País ciego a la diversidad de las regiones, bajé del bus; sabía que la Sierra se desprende de los Andes de donde yo venía; un grupo de indígenas Kogui que estaban sentados en el suelo me sorprendieron, y al mirarlos, noté sus desprevenidas sonrisas; su fascinación de ver a un hermano menor, de cabeza rapada en contraste con sus abundantes cabelleras negras; me sentí ajeno a ellos y sentí (aun no lo sabía) que tenía la mirada de vidrio. Luego vi un grupo de Koguis vendiendo agua de coco por un claro de un sendero; competían con otros vendedores de cocos que venían de la ciudad. Otros indígenas, son como las guacamayas; las bandadas que en el silencio de la tarde cruzaban los cielos bajo la contemplación de los koguis; ahora se han ido; las ondas de la tierra que tiembla por las caravanas de visitantes, las ha espantado. Otros los ha seducido la magia de los hermanos menores, por eso el Mamo ha pedido que les respeten sus tradiciones y cosmovisión conforme a la Ley.


Los Mamos o líderes espirituales de los indígenas, han visto claramente que si no hacen «pagamentos» en lugares sagrados recuperados o por recuperar, su gente, que está perdiendo la mirada primitiva, la ingenua mirada del árbol (los hombres) y la pura mirada del agua (las mujeres), la seguirán  cambiando sin darse cuenta, por esa mirada de vidrio que vuelve la naturaleza un festín. A esa mirada de vidrio, que ha puesto en peligro la naturaleza toda.

Ver, dice el Mamo, la naturaleza como una despensa y la posibilidad de reemplazar un bosque por cuevas que penetran la sangre de la tierra y quiebran sus huesos, es no pagar a la tierra lo que es de la tierra. Lo que da la tierra, debe pagársele, en silencio, en  su regeneración. Las voces ruido de las caravanas de visitantes la espantan; reconocemos el derecho de nuestros hermanos menores de visitar el corazón del mundo, las límpidas aguas que atraviesan el corazón de las mujeres, pero la mirada de vidrio ha roto la paz de las orejas y los animales cada vez se desplazan más, y caen en el abismo; el ocelote, la mofeta, el mico aullador, el ñeque, el zorro, el azulejo, el sempiterno caimán. 


Considero, que los indígenas son parte de la naturaleza, sus guardianes; pretender que son colonos, los desplaza; pretender que adquieran la mirada de vidrio, los desplaza; sus danzas y cantos: la kajá, la kuizi y la maraca, se integran a la armonía de la naturaleza; a sus ropas blancas que trae la nieve, no puede pedírsele que sea tejida negra, o que seamos asediados por el hábito de otro color.


Ahora, dice el Mamo, los Tayrona juegan a cambiar de piel, por la de los hermanos menores, y su vista de mil vidrios en una caravana que visita el brazo de los siete mares maravillosos en el Parque Tayrona; mirada que no ve la humildad del afluente, la vida del Arayán; sordos al aullido lírico de los monos en una amanecer nublado, al coqueteo incesante de estos en los senderos que recorren las playas delirantes del brazo, y cuyos nombres son miel para la mirada de vidrio.


Los Pagamentos deben hacerlo los Mamos; absortos en «aluna»: lo invisible, el espíritu, el origen; pensamiento y océano en lugares sagrados de la sierra y la diversidad de ecosistemas que dan la vida al corazón del mundo, y la claridad que necesitan los guardianes conformados por las cuatro poblaciones indígenas.
Lo que toman de la tierra lo pagan a la tierra. 

De las playas que dejan caer su fuerza de oleaje y sus aguas mágicas, se olvidó que el el mar era la madre,  se olvidó la historia de las piedras, de la tierra, del sol, de los hombres; hacer pagamento para que Serankua, Liukukue, Senekan, dueños de los animales, estén contentos y puedan tener la armonía que necesitan los hermanos menores.



Fuentes 

1-Blogspot.Temas de astrología: «LA SABIDURÍA DE LOS GUARDIANES DEL CENTRO DEL MUNDO» (2015).(En línea)


2- El trabajo del mamo garantiza el equilibrio del mundo 


http://www.elorejiverde.com/buen-vivir/5480-el-trabajo-del-mamo-garantiza-el-equilibrio-del-mundo