miércoles, 11 de mayo de 2022

Guerra intestina y anomia creada

La anomia contiene violencia latente y a diferencia de los que la crearon y aprovecharon para medrar y creen que se encubren y hasta remedian con la simulación, ésta precisamente agudiza la violencia latente.

A la tesis que sostuvieron que la violencia es un movimiento reivindicatorio de la tierra objeta el "humanista liberal" que eso no es cierto porque "esa fue una violencia esencialmente política, ‘dirigida a un sólo fin: reducir las mayorías liberales del país

es decir el análisis de sociología electoral de la relación entre abstención electoral y oligarquía y caciquismo, una investigación histórico-social y sociológica del fraude. La satisfacción de ese desiderátum mostrará los mecanismos que entrelazan la "solemne afirmación del orden jurídico" y "constante y sistemática violación de sus principios", pero entre tanto cabe enunciar la hipótesis de que las discrepancias entre realidades reprimidas


Por hoy, ante la descomposición de la República bajo el patrocinio de uno de los más recientes delfines de la nueva Colonia monárquica, el país se ve enfrentado a la tarea de descifrar una frase con la que José María Samper caracterizó el estatismo del poder ejecutivo del triunvirato parroquial. Su argumento "sólido y concluyente" para no cambiar lo dice "el gamonal, con aquella lógica pastrana y positivista que a su posición conviene"41. El primer adjetivo significa "burdo y mal hecho" y hoy no se usa. ¿Tuvo José María Samper un don profético lexicográfico para que los diccionarios actuales vuelvan a registrarlo con algún sentido más? Esta sería una hipótesis más de las que han suscitado un par de textos literarios. 




Tergiversar y eufeminizar, las dos caras de la moneda, la constitución de la versión colombiana de la anomia y la cultura de la intimidación en el desajuste del sistema de normas y valores de la convivencia; destructores de la cultura y el conocimiento y ensalzadores de la viñeta y el folclor como alta cultura,  autoexiliados en sus inmensas haciendas





Carlos García Prada ilustra ingenua e involuntariamente el sentimiento patriótico de esa clase, encarnado para él en los antepasados y padres de José Asunción Silva: Silvas, Ferreiras, Fortouls, Sánchez... Gómez, Diagos, Ureñas, Ángulos, descendientes unos de rancias familias nobles de Navarra y de Aragón y otros de ilustres familias de Andalucía... las dos estirpes (de los padres del poeta R. G. G.) fundían en uno muchos impulsos contradictorios... alejadas de Europa, trasplantadas, desarraigadas, las dos familias que representaba el matrimonio Silva-Gómez hicieron su hogar en Bogotá, y ese hogar era un refugio contra la barbarie que las rodeaba. Un refugio de soledad y añoranza, en cuyo seno se agitaba silencioso ese inefable y dramático complejo del retomo que caracteriza a tantas familias iberoamericanas de claro y antiguo abolengo39. Aunque la ilustración de ese patriotismo de nostalgia por el extranjero parezca exagerada y sea inmarcesiblemente cursi, lo cierto es que en el fondo es tan cierta como el restacuerismo de sus ejemplares. Pero este florido exilio que considera al mundo circundante colombiano como barbarie no sólo denota un fracaso tácito de la empresa de los "descendientes de Don Pelayo" sino en un desprecio que supone la degradación enemiga de la población colombiana. Sus normas y valores no concordaban con las de sus "siervos bárbaros". Estas múltiples y hondas discrepancias de la República colonial o de la República monárquica no desaparecieron en el siglo XX, sino adquirieron un carácter de soñolienta legalidad, que tras el paréntesis del gobierno deAlfonso López Pumarejo, inició un período de "calma chicha" con el gobierno de Eduardo Santos y de preparación sinuosa y regresiva del primer estallido de violencia colectiva y social en 1948. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán provocó una reacción de apariencia primordialmente política. No fueron políticas, empero, las manifestaciones concretas de esa reacción: el saqueo de los almacenes lujosos de Bogotá, especialmente en la carrera 7a entre calles 12 y 22, en la región en que se concentraba y exhibía el poder de las clases altas. Tras la reacción política se ocultó la reacción de un largo resentimiento social. La diferencia entre la violencia de las guerras civiles del siglo XIX y la del 9 de abril del 48 sólo corrobora la violencia latente en un país de creciente "anomia", dirigida y fomentada por la prensa política (El Tiempo y El Siglo) y el dogma eclesiástico en beneficio de sus intereses del país.



"40. La explicación del sociólogo es sorprendente no sólo porque revela la insignificancia que el historiador e historiador social liberal da a la historia y a la historia social, sino porque llama "realidad electoral" a un fenómeno que requiere la clarificación del modo como se llegó a la "realidad electoral" que postula apodíctica mente el clásico del humanismo colombiano, 

y construcciones ficticias dominantes, entre rostro de orden político republicano y praxis social y política colonial o monárquica, entre pretensión de civilismo y estratificación social de sociedad sutilmente "esclavista", entre boato cultural vacío y cultura real precaria, forman una red de indignantes provocaciones en cuyas mallas se anida la disposición de violencia. 

 La República colonial o monárquica se ha apoyado en "cuadros de resistencias" que han sido sustituidos por serviles dependencias del extranjero, sin que sus beneficiarios moderen para ello su cursilería doméstica. Degradada así a "republiqueta" norte americanizada o teutonizada con duros condimentos neoliberales, su llamada "clase dirigente" ha preferido para sacarla de la red seguir el ejemplo de Sansón y arriesgar pertinazmente que de la "muerte de Sansón con todos los filisteos" ella resucite como un fénix, pero en otro lugar del planeta, donde se calme "ese inefable y dramático complejo del retorno". 



No hay comentarios: