Soy feliz cuando cago
Y escucho a mi estómago
...
Estoy aprendiendo a sentir alegría
por esos puentes comunicantes
Es un Itinerario de escritor y también un cuaderno de reflexiones en mi carrera literaria.
Soy feliz cuando cago
Y escucho a mi estómago
...
Estoy aprendiendo a sentir alegría
por esos puentes comunicantes
Escribo siete, sin el número, sintiendo, por la decadencia insuperable, una inconformidad. Ya casi es media noche y he estado tratando de cruzar la barrera del tiempo y no dejar que en mi opere la cadencia social del espejo. La abuela me había dicho que yo no sabía en qué día estábamos. Una que otra persona cruzaba las calles y la tarde entraba hermosa, y me dije que esto ha persistido, e intenté encontrar en un recuerdo cuando no habían tantos edificios, y la ciudad no estaba tan cercada. Dijo que tampoco habían banderas: bueno, una que otra tela de los tres vivos colores desmayada en el asta de alguna elegante recepción. En fin, tenía aderezada mi crítica al olvido. No quería sacar de la ropa a la anciana y decirle que la gente no es que no tuviera memoria, ese será mi caso. Sino que convenientemente no se le había enseñado su historia, y sin que sacaran pecho, caso que dudo.
Esa señora, exigía que se le compartiera interés y júbilo por la fecha. La otra también. No se conformaban con que se hablara de cualquier cosa, de saber que se está respirando y percibir con calma el aire fresco. Señora, si me ves como un ave, yo podría decir que la veo con un interés atroz por dominar, por determinar, por acaudillar desde su puesto de pensionada que va a la iglesia cada día.