Pero la política, palabra hoy por hoy desprestigiada y desgastada.
Lleno de “vicios”, los “partidos y movimientos” se han “carnavalizado” pues pululan los “toldillos” a nombre de estos, anunciando la fiesta de los “avales’ y cerebros “zombies” acariciando su pretensión de llegar a los puestos públicos. Facciones a nombre de la política, árbitros policiales los llamados políticos, dejando al Estado con sus gobernaciones a buen cuidado de la “mano invisible”.
Las propuestas de los candidatos no pasan de hurgar en el evidente y elemental “efecto”, y los más derechistas hacen de los “efectos” sus más populistas programas, lo mismo que los “otros” al otro lado de la polarización…
No la universidad de facciones desde una “gobernanza caritativa”, ni la privada con sus doctores graduados con los más altos estándares de millonarias sumas que han pagado por su educación faccionaria.