A mi parecer, la doble moral se cultiva más en ámbitos demasiado autoritarios, donde la seriedad se limita a estratagemas teatrales y la oratoria a adornos convincentes. El desarrollo de la personalidad se sexualiza olímpicamente y la ética familiar se dogmatiza estomacalmente.
El nihilismo imperante se hace de bolsillo en la burocracia estatal y la educación pública neoliberal. Favorece que el 90% de la población tiene una mentalidad dogmática; imagínese ese río revuelto para los pescadores de intereses.
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