Del proyecto “Los tiempos del Olvido” (En tierras que los días cultivan)
Premio en Literatura del programa "Cultura con Berraquera" de la Gobernación de Santander. Programa Departamental de Concertación y Estímulos 2024.
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Tallerista
Víctor Niño
Relato
El corazón de la montaña
Que cerca estaba desde mi ciudad, y por tantos años no había caminado las calles del pueblo que se situaba en el centro de la región donde el oro y las copiosas nubes fluían en los sueños de los habitantes de estas montañas visitadas por los vientos fríos. Y me detuve en las formas de las enormes ruedas de piedra de río, exhibidas en el parque, y que testimoniaban, según me lo dijo una señora que pasaba por allí, los trigales. Eran molinos cuando la hermosa Matanzú era de pan, y esas muelas hoy quedan esculpidas a los ojos, como si alguien estuviera cruzando el río sobre el puente de las Mercedes, como en otro tiempo. Al llegar, me había comido un ayaco de maíz y lo pasé con un café, pero el mareo que me produjo el desapercibido cambio de clima, me hizo beberme una cerveza. La mujer que iba conmigo me sonrió comprensiva, y nos detuvimos en la llamativa fuente del parque mientras me pasaba el vaho, y jugamos a observar la pequeña puerta, que, en el monumento, nos invitaba a entrar. Unos niños que se acercaron curiosos, al ver a mi acompañante mover su brazo en torno a la entrada bañada por la cortina de agua de la fuente, riendo, nos señalaron, como si estuviera al alcance del tacto, la verdura que se divisaba a esa hora de la tarde: una montaña. Mi acompañante, asombrada, vio como la montaña iba volviéndose pálidos plátanos, limones dijo el niño. Pero la niña, tan detallista, le hizo ver a mi acompañante el corazón que se dibujaba en la montaña. Entonces el niño, tan avispado, me gritó a mí que le propusiera matrimonio a mi acompañante, en vista de esa revelación que no habíamos visto, el corazón matancero de la montaña, por más que estuvimos horas enteras extasiado ante la vista de las montañas desde el parque. Yo miré a mí acompañante ante la insinuación, e hizo que la niña se riera. Mejor vayan al volcán dijeron los niños, y salieron corriendo.
El taller buscó reconocer en un paseo por el Parque de Matanza, de la memoria de los participantes, algunas anécdotas de lugares y situaciones para escribir el relato.
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