Camilo caminaba por esas calles sin asfaltar del barrio nuevo. Al cruzar la esquina se encontró con la muchacha que había visto muchas veces, que le era hermosa, más que tímida, prevenida. Algo lo detenía a decirle al menos que era bonita, a decirle al menos un piropo, algo lo hacía hacer indiferente, no pensaba que fueran por sus quince años o porque también fuera tímido. El había llegado hacia unas horas a esa ciudad grande que la cruzaban autopistas inmensas, había llegado después de 20 horas de viaje en autobús pero le parecía que se hubiera bajado a la vuelta de su casa, también algo lo hacía ser indiferente en el pensamiento de que ese no fuera su país, ni siquiera cuando un día cualquiera llegando al barrio, la policía lo bajó del autobús y lo condujo a la comisaria por indocumentado, su tía horas después lo rescató. La muchacha pasó un poco cabizbaja pero sin dejar de mirarlo de reojo , pasó y después no supo lo que hizo el tiempo con ella, días después hablando como si estuviera aprendiendo a hablar en otro idioma, hizo el comentario que en esa ciudad las muchachas eran pretenciosas, generalizando el caso de aquella muchacha a la que no había sido capaz de acercársele y decirle que le gustaba, se lo dijo a otro muchacho y este por toda respuesta le dijo que era “caliche”, terminó que se usaba para designar a sus connacionales, acabó peleando con él, no se le olvidaba que había entrenado boxeo. Se pusieron los guantes y pelearon un rato bajo la algarabía de otros muchachos. Siguió caminando con rumbo a la casa de su tía, había estado en su ciudad pasando un tiempo, ahora regresaba, su tía lo esperaba, su misma tía que en sus más lejanos recuerdos la escuchaba pedir ayuda para que alguien mamara sus senos hinchados y atascados de la leche que bebía su primo recién nacido, su primo que luego murió en esa misma autopista que él había cruzado para llegar al barrio, que le arrancó el corazón sin quererlo acaso a su madre, su primo que murió en circunstancias misteriosas, encontrado a un lado de la autopista cubierto por la hierba, que se había casado hacía poco tiempo con una mujer de una etnia indígena. Jamás pensó a su tía como piensa un niño de 14 años a una mujer, como se lo insinuó ya de adulto una amante de turno que era psicóloga, le decía que su tía albergaba algún sentimiento extra familiar hacia él: era mucho decir, jamás había pensado en algo semejante; pero si espiaba a las hermanas cincuentonas del esposo de su tía mientras se duchaban, mientras tuviera la oportunidad, una de ellas ( todas eran bohemias) en un domingo de cervezas estuvo en la cama con un connacional que estaba hospedado en la casa, mucho después él comentó que la vieja tenía la vagina aguada. Camilo no imaginaba que quería decir con eso, debía probarlo él. La hermana mayor de su tío tenía dos hijos que bebían cerveza con ella reunidos con muchos de los vecinos en su rancho, carajos, era el tiempo del gobierno gigante: del gobierno King Kong de los petrodólares y hasta la cerveza era subsidiada, se bebían tres días seguidos, se fumaban los mejores cigarrillos y a Camilo jamás nadie le preguntó por qué bebía con ellos, solamente un día al salir del trabajo su tío lo amonestó diciéndole que él era ya un vicioso y terminaron bebiendo donde el negro que expendía cerveza en su rancho, escuchando las canciones rancheras de Cornelio Reyna, el esposo de su tía cantaba feliz y bebía como si jamás fuera a terminar: lo mismo Camilo.
El barrio era un barrio de invasión, aun no tenia alcantarillado ni acueducto más ya se veía la futura arquitectura de lo que había sido un gran pedazo de tierra robado a la naturaleza o a una hacienda pues por sus linderos se veían los cercados de naranjales. Seguían robándole a la naturaleza para construir grandes conglomerados marginales, seguían robando naranjas para el desayuno aunque en cada casa hecha de madera y teja se podía ver todas las comodidades de la tecnología moderna: buenos televisores, lavadoras. Camilo estaba en el país de los petrodólares, sólo pensaba en el presente, o mejor dicho, sólo pensaba a sus 14 años en comprarle a su madre y hermanos una vivienda en su ciudad. John Travolta triunfaba, triunfaban los hippies, la emocionalidad. Camilo tendría que trabajar con el esposo de su tía y vivir en ese barrio invadido en parte por gente de su país. Se disponía a pintar el enrejado de la escalera que conducía al segundo piso de la casa cuando vio enroscada la serpiente, era una bella serpiente, más intuía su peligrosidad, a partir de ahí a Camilo le quedó una laguna mental, mucho tiempo después no recordaba lo que pasó con la serpiente, creyó intuir que era una cascabel de vivos colores a la que le habían robado su casa; antes de llegar a esa urbanización vio entre una arboleda un camino que conducía al parecer a un arroyo, como le hubiera gustado seguir por esa camino para siempre. Su tío y tocayo era pintor de brocha gorda, ahora él sería pintor de brocha gorda: nunca le inquietó su tocayo, no lo veía ni como un padre ni como un tío, no lo veía ni siquiera como un guía, ya de adulto reflexionaba sobre él, era muy curioso, lo recuerda siempre ajeno a las miradas lujuriosas de los hermanos y cuñado de su tía con las mujeres que se les acercaban, incluso las más familiares. Su tocayo era un hombre que no dejaba traslucir su sexualidad, sino solo sus días de borracheras. Alguna vez pensó después que hubo conversado con su psicóloga amante, que su tío pudo sentir celos de él, de un niño adolescente que era el sobrino de su mujer, más además nunca escuchó que su tío hubiera criticado a sus cuñados por sus excesos de lujuria e incesto. Le dijo una vez borracho a Camilo: usted ya es un vicioso: bebe y fuma. Mientras tanto las canciones de Cornelio Reyna sonaban a todo volumen y su tío bebía y cantaba y hablaba sin parar. Camilo pensó que la palabra “pretenciosa” era una palabra ajena a su país, era una palabra incluso en desuso, luego miraba hasta la forma que caminaba la gente de este país, él estudiaba los pasos de la gente que pasaba, veía como caminaban y se decía que así se debía caminar en este país, pero no se sentía tan ajeno a este país. Cuando le dijo al muchacho que esa chica era pretenciosa no sabía medir esa palabra, pensaba que allí se diría así de una chica que no era coqueta, él no se pensaba del todo feo, pero no pensaba que podía ser tímido y algo se escondería detrás de su timidez. Cuando comenzó a mirarse al espejo una y otra vez, cuando descubrió que habían chicas bellas por todas partes, empezó a estudiarse en el espejo el porqué de su fealdad. Había acabado de terminar la escuela primaria y su mamá y su abuela se lo entregaron a un viejo tinterillo con familia para que lo educaran, en vez de eso, lo emplearon como mensajero y mandadero con sin salario. Esa muchacha sin duda lo había impresionado. No tenia novia, no se imaginaba que podría tenerla, pensaba a menudo en sexo, pero no pensaba en cómo obtenerlo, así podía masturbarse muchas veces a la semana. Como solía hacerlo de adulto escribía un diario y pensaba ubicado tranquilamente en cualquier parte de su ciudad: alguna vez pensó como pensaban muchos de sus amigos que la “familia” estaba en crisis y que él nunca tendría una familia, pensaba en las mujeres solo para relaciones de sexo y no importaba cual mujer sería, pero prefería sinceramente las mujeres que no pudieran tener hijos, por ningún motivo quería un compromiso de ese tipo. Camilo el adulto jamás pensó que podría ser un misógino como se lo insinuó después su amante sicóloga. Las relaciones de pareja están en crisis se decía, pero no fue sino mucho después que descubrió que la sensibilidad de las mujeres era muy diferente: ellas se enamoraban y preferían la estabilidad. A ellas les dolía el abandono y no podían descifrar a ciencia cierta cuándo un hombre solo llegaba por su sexo, o en ultimas la mujer se las jugaban a perder o a ganar. El hecho de que un hombre así se enamorara de una mujer no significaba después de todo que quisiera la estabilidad o una relación estable. Podría enamorarse de su amante sin ningún compromiso en última instancia, por eso cuando alguna vez le dijo una mujer que sería madre él salió corriendo. Con ella él había roto la regla, la rompió por que la muchacha era estúpida, nunca sabría si aquel hijo fue su engendro. Camilo sentía entre nubes la entrada a su adolescencia, no sentía que había sido tímido, no quería recordar el día en que una sala de cine se le acercó aquella nena desconocida y le tomó una mano, no quería recordar que ella quería que entrara en acción, en vez de eso la entrevistó y ella ocupo otro puesto y besó a otro chico, no quería recordar eso y lo pasó por alto como algo sin importancia, no quería recordar que eso lo pudo marcar para toda su vida. Su madre alguna vez lo mandó a traer la bombona del gas, al alzarla para llevarla a su casa soltó un pedo, la reacción de los otros chicos no fue de risas sino de disgusto, un chico que estaba al lado con otros chicos le dijo que era un indecente y una chica que estaba cercana hizo un gesto de asco, gesto que después le seria familiar en muchas chicas que conocería, gesto acompañado de la acusación de viejo del todo infundada, pues de hecho era un adolescente, con reflexión supo después que aquello de viejo era una imagen de cuando no, pobre o feo, vulgar y obsceno. Cuando una muchacha le hacia un gesto demudado y extraño sabia que le tenían miedo. El gran amigo de Camilo, con el tiempo sería un lector empedernido, se casó ya tarde y sin la esperanza de tener hijos, su mujer lo pensó 10 años para aceptarlo, era una mujer no fácil pues después supo que en su trabajo era muy asediada, además fue acosada intensamente por un jefe suyo, un doctor que había sido comunista y tira piedra en la universidad y que se había vuelto conservador . Todavía al parecer jugaba a las dos cartas pero sin ningún criterio personal descubrieron después, tenía contactos secretos con los opositores al gobierno y era un acosador sexual de oficio.
Camilo siempre recordaba las palabras que el hermano menor de su madre le decía sentados ambos en la banca del parque cualquier atardecer cuando salían de la edificación en construcción: no recordaba el cansancio de la jornada de trabajo, ni las gotas de pintura que quedaban en su cara, sus brazos, ni la muchacha solitaria que él vio bailar en una azotea un día antes de partir para el exterior : pensaba siempre en esas palabras, que ya de adulto se convertirían en una obsesión, luego en las obsesiones de las lecturas de su mejor amigo: el tiempo. Hoy estamos aquí, lejos de nuestra ciudad-le decía su tío- pero es como si nunca hubiéramos estado aquí pues tu veras esto como un soplo de viento en tu madurez. Mira ese culote que va cruzando la esquina. Su tío, que vivía también en la casa de su tia, era un hombre inculto inmediatista y pícaro, con el que jugaba al billar los sábados, pero a su sobrino lo trataba como a un hijo. El tiempo que no acaba de dejar a Camilo llegar a la casa de su tía. Cómo extraño comer la carne de mi tierra-le decía Camilo a su tío-pero este estaba siempre obsesionado por comprar su casa en su Ciudad. Si, pensaba que el tiempo le había pasado como un soplo: tú tienes una bella vida, le decían y le decían: pero soy feo-pensaba él- pensaba que no había tenido adolescencia, recién terminada la escuela elemental su madre lo puso de aprendiz de mecánico, luego de carpintero, luego de ensamblador de autobuses, luego de ayudante en distintas fábricas y locales. ¿nunca aprendió un oficio? ¿Nunca tuvo una novia en su adolescencia? Le llegó como un rayo su imagen en el cuartel: un capitán lo había sorprendido masturbándose, en una noche de guardia él sorprendió a un recluta tratando de violar a un compañero de pelotón: el conscripto se había evadido del cuartel, había regresado borracho, Camilo hizo un tiro al aire, el tipo huyó. Esto le valió un castigo . Se preguntaba por qué su corazón palpitaba extrañamente en momentos menos pensados, por qué sus sueños eran tan laberinticos, por qué -sobretodo- el tiempo lo sorprendía siempre y lo humillaba. Cuantos años de reflexión para establecer un sentido para sus sueños. Su mejor amigo le preguntaba por sus sueños apocalípticos: mejor le explicaba algo similar a las escenas del vampirismo en la mitología griega: las hordas de Hécate, las Empusas le parecían los graznidos de unos cuervos que escuchó una madrugada, las Empusas en luna llena seducían a los ingenuos, luego asumían su verdadera forma para atacarlos. Camilo le narró a su amigo las consignas vampíricas del Cabo de su Pelotón cuando se entrenaban. Si -decía-mi país siempre ha tenido un conflicto civil, esas consignas vampíricas obviamente iban dirigidas a los enemigos. Su amigo le narró en cambio que para las culturas primitivas de la humanidad el canibalismo, el vampirismo en contra del enemigo le daba al vencedor su fuerza por eso practicaban esas formas rituales. Pero bien avanzado el siglo XX esas consignas eran barbarás y perjudiciales para la salud psicológica de los flacos reclutas: comer la sangre y beber la sangre del enemigo, así sea en sentido figurado era una barbaridad. Mucho tiempo después, Camilo reflexionaba el sentido de sus sueños. Creía haber identificado esa cara barbará que lo acechaba: su amigo le decía que si le hacía caso a las teorías de Jung se equivocaría (los sueños no son espejos de uno mismo), mejor que estudiara los propios conflictos ideológicos de su vida. Ese era un buen camino para tratar de entenderse él mismo. No sabía porqué el sueño de aquella noche le recordó la película: “Blade caza vampiros” la diferencia era que a él le parecía dividido en tres: ya dentro de la cápsula que lo convertiría en cazador quizá de sí mismo, algo falla y hasta su caballo que era dentro pagó las consecuencias ¿Quién era ese caballo que mostraba el miedo de un ser humano? En ese estudio concienzudo de si mismo dejaba que las “asociaciones de ideas” corrieran por su mente libremente: ahora llegaba a su mente: él no tenía por qué ser “ratón de laboratorio” ¿Para salvarse de qué? Se imaginó que en su caótica personalidad latía el corazón de Florentino Ariza, la lujuria de su decepción de amor. El mejor amigo del mejor amigo de Camilo siempre había odiado a su amigo, le parecía que era un tipo bastante odioso. Se tomaba muy en serio muchas cosas de la vida, eso era perjudicial, sobre todo pensaba que era un alienado, que era uno de los miles más, presos de la desorientación o contrariamente quizá muy orientado en el facilismo que propone el mundo moderno: si no es blanco es negro. Siempre había captado en sus ojos el odio o la ambivalencia del odio: veía como, cuando las ráfagas de odio lo invadían, sus ojos cafés se tornaban de un miel intenso, o sus ojos verdes se tornaban de un azul intenso. Le parecía que su mejor amigo era muy buen enemigo de su mejor amigo, que este con sus tendencias psicopáticas lo disfrutaba, buscaba el momento de verlo humillado. Su familia era mejor que la de Camilo, al menos eso creía. El padre del odioso era un pensionado del gobierno, había sido obrero, también un miserable hasta el punto que al morir dejó escondido en la habitación del olvido un paquete lleno del dinero que nunca gastaba en su familia. La mujer se había separado de él mucho tiempo antes, el odioso vivía con su padre aguantándole todas sus mezquindades, hasta que su hijo era también un patético mezquino, o un envidioso. La envidia era un mal que hacía más daño que la delincuencia , alguna vez leyó que las epidemias de envidia en una sociedad eran causadas por la excesiva marginalidad y la oligarquía en una sociedad; ya de adulto Camilo pensaba que ese tipo era un envidioso endémico a pesar de decirse de izquierda.
(12-2010)
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El cabo Negro Pio era de una amargura terrible, sus gritos se escuchaban por todo el batallón haciendo temblar a algunos reclutas al gritarlos salvajemente. Camilo no recordaba cuando fue la primera vez que lo gritaron, quizá cuando trabajaba de ayudante de Armador de autobuses, el obrero del taller lo llamaba a gritos, lo regañaba, este pela gato ( se refería a que era un niño pobre) es un perro completo decía el obrero, sabía que se refería también a una cierta inteligencia que traslucía el chico. Camilo callaba, pero esto le dolía en el alma, luego no recordaba cuando él mismo se convirtió en un maltratador esporádico, cuando gritaba a la gente, había adquirido una percepción del maltrato, sentía cuando lo menospreciaban o lo criticaban, había perdido el respeto, podía gritar al que se le atravesara por el camino, alguna vez le dijo un conocido: “ tú podrías gritar hasta el presidente de la Republica”. Camilo se acercó al cabo que comandaba una formación de pelotón. Negro Pio le había ordenado llevarle una información, el Cabo lo miró de frente y sin ningún aviso le golpeó el estomago. Camilo se dobló por el dolor, ahora no podía recordar la aptitud de sus compañeros, más pudo imaginarse que algunos reirían, pero si descubrió después de mucho tiempo la broma de Negro Pio que era incapaz de reírse, de bendecir, negro pio era un vampiro sin ningún respeto por los reclutas, él era el que metafóricamente hacia repetir una y otra vez al pelotón que se debía chupar la sangre del enemigo y comer su carne. Después supo que el Cabo que lo golpeó lo llamaban “el loco”, había nacido en una provincia del litoral Atlántico donde el futuro de los muchachos sólo podía verse o en la policía o en las fuerzas militares. Su más lejano recuerdo de maltrato hacía pensar a Camilo, se veía siendo interrogado por un policía que lo apodaban el tigre, su bisabuela lo había acusado de robo. Casi al cumplir medio siglo de edad, pensó que las pesadillas de la adolescencia lo persiguieron toda su vida, reflexionó que no había tenido la voluntad de cambiarlas, Camilo lo pensaba pues a esa edad se encontró con su peor pesadilla en otro país extranjero, en un país en el que pensó que por ser desarrollado era muy civilizado, se encontró trabajando de operario y con compañeros de trabajo cuyo lema era “letra con sangre entra” otra vez tenía su peor pesadilla frente a él, pero esta vez debía aprender y no salir huyendo, pero esta vez tenía una mujer que lo constreñía a enfrentar la realidad a la que había huido siempre. Su mejor amigo recordó como un rayo a uno de los amantes de su abuela, le describía a Camilo su cara, era un viejo gordo y con cara de payaso, cargaba una bolsa de cuero repleta de monedas pues era conductor de autobús y debía dar siempre cambios , el viejo gordo jugaba con él, pero eso no es un maltrato le decía Camilo, pero creo, a él le debe su iniciación a una vida dedicada al erotismo, le decía a Camilo que lo veía acostado con su abuela, que una vez jugando el viejo entre sus dedos movió su pajarito y al mejor amigo de Camilo se le puso duro mientras su aptitud respiraba el puro juego . Tu mejor amigo le había contado sus últimos sueños, ya para llegar casi a medio siglo de vida es raro seguir soñándose desnudo y cumpliendo a medias el deseo de volar, son indicativos básicamente de una vida dedicada al erotismo, le había dicho su amigo. Pero atención, ya no se soñaba siempre desnudo y avergonzado entre la gente que estaba en el lugar y tratando de fingir indiferencia ante su desnudez y luego caminar rápido para ocultarse, ahora en sus sueños ya tenía algo de ropa, una sábana con que cubrirse, ya se podía avergonzar menos, el mejor amigo de su mejor amigo le había dicho que él había dedicado su vida a la vergüenza y a repetírselo siempre. Pero el mejor amigo de Camilo había dedicado su vida al erotismo, no había estudiado ni había trabajado, vivía de apariencias siempre, de préstamos pecuniarios y de pequeños trabajos dándose una imagen que no era la de él. Su mejor amigo le había dicho secamente que él parecía un actor. Eso le descubrió algo de su personalidad. De todas maneras, le había dicho, esos últimos sueños en los que tengo algo de ropa se deben a un propósito que había internalizado y en el que he pedido de todo corazón purificación ( cuidado con lo que se pide pues se cumple). Era tarde ya, se había convertido en un hombre verde. Para Camilo su vida había transcurrido en un laberinto del cual aún no salía. Los años que pasó en Europa significó para él cierta purificación. Los sueños de su amigo lo alejaban cada día más de sí mismo y sus sueños se convirtieron en un enigma para él ¿había perdido el sentido común? ¿había perdido el aspecto social de su realidad? El mejor amigo de Camilo solo se lo pasaba pensando en sí mismo, le había contado como si fuera un cura católico todos sus pecados. Quizá uno de los amantes de su abuela que más recuerda, era un viejo que siempre fumaba un puro y usaba un sombrero fino, siempre lo acompañaba un amigo de la empresa donde trabajaba que parecía ser su hijo, ese al parecer era el amante de la hija de la abuela. A pesar de que se veían elegantes, el amigo de Camilo no dejó de pensar que su extracción era de gente de la zona rural, recordaba al más joven sonreír siempre y parecía tener un diente de oro, el viejo nunca sonreía y solo chupaba el puro y dejaba escapar el humo entre sus viejos labios. Por muchos años a Camilo le temblaron las manos, mucho tiempo después pensó que se había debido a que se había masturbado demasiado, en su vida militar, aun en la escuela cuando inició… En ese momento alumbró un lejano recuerdo en el que su maestra lo eligió para que leyera en una actividad social de la escuela, recordó que sus manos le temblaron ese día en público; luego muchas veces más sus manos le temblarían cuando hiciera un actividad en público. El Teniente le vio temblar sus manos, el teniente siempre desconfiaría de él .En ese tiempo Camilo no se detenía a pensar la cantidad de compatriotas suyos que pasaban la frontera clandestinamente en busca de mejor futuro en el país de los petrodólares, en el que el centro del país estaba en el litoral, Camilo provenía de las montañas y el centro de su país eran las montañas, el litoral era la periferia. No se detenía a pensar en la tenaz cacería a los indocumentados de los países vecinos que entraban a Venezuela, Camilo todavía no había saludado a su tía, antes de llegar a la casa se ocultó entre los arbustos de un lote baldío y le dio rienda suelta a una indigestión, sin pensar que aquella muchacha que le gustaba pudiera haberlo visto. Pocos años después se veía llevando un regalo a una muchacha que le gustaba y que se había fijado en él, en vez de eso al llegar a la casa le dio el regalo a la hermana mucho más vieja y que le parecía horrible, maldijo esa noche y por mucho tiempo pues su corazón estaba con la muchacha, era un bobo pensó él de sí mismo, la vieja loca tuvo que haber salido esa tarde y no pudo preguntar por ella y decir que estaba enamorado de ella, se avergonzó, se llenó de miedo, gracias que se hubiera fijado en él, un obrero de brocha gorda y que había aprendido a beber cerveza, como se debe, en un negocio del barrio donde trabajaba, pero caramba esa chica que vendía por la calle comida lo vio bebiendo cerveza una tarde con otros obreros y dijo en voz alta que era el muchacho más guapo que jamás había visto y le lanzo un beso, a lo que este se hizo el desentendido ¿porqué? –Pensó- ¿porqué no aproveché? Porqué le entró un pánico que le hizo perder toda conciencia, un miedo a enfrentar la chica, su cabeza se llenó de los recuerdos desde cuando empezó a ser atractivo para las chicas, otra vez otra chica le lanzó besos y su padrastro se burló de él, no reaccionaba ante eso. El hombre verde se quitó la ropa frente a la chica, ésta sonrió indiferente, éste le dijo que hicieran el amor, ella se negó varias veces, el hombre verde insistió y ella accedió. Hicieron el amor esa vez y ella se fue. Luego la volvió a encontrar una y otra vez por la calle, el hombre verde le hacía el amor donde hubiera algún escondrijo oculto de la vista de la gente.
11-02-2011*
(el vestido de paño)
El amigo de Camilo ya le había dicho a su amante que pensaba irse del país por un tiempo e invitado por una institución educativa : le había dicho eso con el fin de tranquilizarla, pero a conciencia cierta pensaba abandonarla. Ella era 18 años mayor que él que había acabado de cumplir 47, pero ella se mostraba sumamente enamorada y con la intención de vivir con el amigo de Camilo como un esposo, lo que éste no admitía llegar a su conciencia pues tenía claro que ella era la que financiaba su inmediato consumo y aunque como decian vulgarmente "para el gasto". El amigo de Camilo terminó pensando que su amante de turno le gustaba mucho en los quehaceres del amor y si él lo sentía, ella también lo estaría sintiendo. Después ella le confesó que se sentía bien y que le gustaba mucho cuando él la penetraba, le confesó que pese haber estado casada por tantos años (pues era viuda) con su esposo nunca se sintió bien en la cama pues le tenía cierta repugnancia. El amigo de Camilo ya tenía programado no enamorarse de ella, pensando también en los hijos que de ninguna manera irían a estar no de acuerdo sino contentos con una relación así. De todas maneras ya pensaba saber cómo eran las mujeres y como se enamoraban rápidamente de un hombre idealizándolo de inmediato; ya había tenido muchas mujeres que lo habían idealizado. En vista del viaje ella lo ayudó a hacer los preparativos y hasta le regaló un vestido completo, incluida la corbata que él supuso que le podía servir para su presentación en esa universidad del exterior. El pantalón y el saco le quedaron un poco grande , pero el amigo de Camilo no vio problema en ello: ya antes había usado ropa que le quedaba un poco grande; en su eterna fascinación, el amigo de Camilo no se daba cuenta que la ropa le quedaba grande, incluso cuando la escogía en los almacenes o en los supermercados. En un tiempo estuvo convencido que por el tamaño de la ropa era su cuerpo, siempre quiso tener un cuerpo de atleta, pero él era un hombre delgado, luego haciendo ejercicio por consejo de un amigo logro mejorar mucho su apariencia física. El viaje del amigo de Camilo era completamente cierto e iba a estar completamente financiado por una vieja pretendiente con la que nunca había tenido sexo, pero si un enamoramiento de adolescente y perenne. Incluso estando con su amante, ella lo llamaba y este con cualquier pretexto hablaba con ella, bajo la mirada perspicaz de la amante. Lo primero que hace una mujer cuando está enamorada, decía él amigo de Camilo, es socializar la relación, por eso, decía Camilo, las relaciones de amantes terminan sabiéndose públicamente aunque si son de esas llamadas “tinieblas”. Pero Camilo conocía hombres que habían sido descubiertos después de 20 años de relación con su amante solo por un descuido en un mal momento. La verdad Camilo no conocía casos de “tinieblas” que no hayan sido descubiertos con el tiempo. En el caso de la amante del amigo de Camilo, ésta sabía que éste era soltero y no tenía nada que temer: poco a poco estaba dándole a conocer a sus amigas y a algunos familiares la relación con Camilo, con el fin de hacerle saber a sus hijos algún día y cumplir el plan de envolver al hombre en una relación matrimonial. Aunque el amigo de Camilo no le veía problema a que lo presentaran donde fuera -decía que hacía de tripas corazón- pues en el fondo su soltería los salvaba, sabía a ciencia cierta que eso era lo que hacía una mujer cuando quería perpetuar una relación, primero pedía ser presentada a los familiares de su macho. Pero el amigo de Camilo conocía que de ahí tenía que volar. Jamás se imagino -hasta que lo descubrió atando cabos- que esta amante lo había seguido por un tiempo aconsejada por una amiga suya que le había presentado y que según ella no dejaba cavo sin atar y así conocieron ambas mujeres muchas de las mujeres que él visitaba. El día de su encuentro con su enamorada, en el aeropuerto de esa metrópoli se puso el vestido que le habían regalado. Paso un tiempo en el que ya viviendo con su amor -después de mucho sexo, Camilo se desencantó de ella- volvió a pensar en la veterana que había sido su amante, y eso -decía- lo salvaba de las adversidades y frialdad de los países sumamente industrializados. Su amor le hizo saber que el vestido le quedaba grande y que en lo posible no lo volvería a usar. Camilo pensaba solo en la avalancha de chismes que había desatado su abandono a la vieja amante, ante la voz de su enamorada pensó que antes de dejar su país, ese vestido que lo había usado el hijo de su ex amante en su grado de bachiller -era un hombre sumamente acuerpado- también lo había usado su amigo verde, mejor dicho su amigo verde se lo había prestado a un amigo que debía asistir a un matrimonio y a su vez en ese matrimonio, lo pidieron prestado para otro matrimonio. Le dijo el amigo de Camilo a su enamorada que no volvería a usar ese vestido el que él había comprado con tanto sacrificio, a lo que Ella le sugirió que se lo regalaran a aquella muchacha del Cono Sur que a su vez se lo llevaría a su primo para usarlo en su matrimonio. El hombre verde agradeció a Camilo el gesto que tuvo en prestarle el vestido y Camilo lo vio entrar en la iglesia esa tarde antes de salir del país.
23-03-2011