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domingo, 22 de septiembre de 2013

Cuchillos Verdes


Cuando salí de la escuela me esperaba en una esquina; no tenía su maletín y su camisa estaba remangada. Vi sus morenos puños cerrados vigorosamente, sus dientes apretados, su mirada dirigida hacia mí. Lo acompañaba el que le sostenía el maletín.
Quedé paralizado; el otro que estaba conmigo me dijo: -Rápido, súbase al camión de la escuela-.
Regresaba a casa desde la escuela; pasando por un parquecito recogía del arbusto frondoso de cuchillos, seis o siete dagas bien seleccionadas que guardaba en el bolsillo del uniforme. En casa, a medio día, siempre se sintonizaba el radio noticiero a todo volumen ( era un radio que tenía forma de tiburón; varias veces le habían cambiado algunos enormes tubos catódicos). Esta vez la noticia llegaba desde Viña del Mar declarando el triunfo de la canción que hablaba de mascar flores…“Por eso salgo siempre a caminar En busca de una flor para mascar…”

Noticia que despertaba una doble alegría, pues el cantor representaba a esta provincia que había tumbado un barrio completo de casas antiguas para construir el edifico donde quedarían los juzgados y todo al ritmo de las campanadas de la catedral que había quedado en pie, como también decía la canción. 
Después de inspeccionar que no tuviera huevecillos la sopa del almuerzo, según la clase de higiene en la escuela, ese mediodía me había olvidado de lavarme las manos. Me levanté apurado de la mesa, me dirigí al patio de la casa para empezar a entrenar una pelea a cuchillo con las dagas del arbusto. Debía apurarme pues a las dos empezaba Ultra Man. Esta tarde el súper hombre de ojos extraterrestres tenía que enfrentarse con una enorme planta carnívora que adquiría su fuerza de la radiación nuclear.
Si mis cuchillos no adquirían una fuerza nuclear,  debía confundir al otro, cambiar de mano el cuchillo escondiéndolos a la altura de las nalgas, lo más rápido posible, luego de hacer un lance directo al pecho y matar a mi adversario de un solo golpe.
 El héroe de la nebulosa M-78 me hizo salir corriendo hacia la calle, gritar a toda voz su nombre, luego observar quien salía al encuentro de mis cuchillos, de mis rápidos pies descalzos, aunque no tuviera correa que me sostuviera los calzones. Por fin, a la vuelta de la esquina vi la cabeza de mi amigo Roll, grité su nombre, vino hacia mí. Le grité Ultra Man, él desorbitó sus realistas ojos, luego lanzó una sonrisilla. Nos encaminamos hacia la tienda de alquiler de las destartaladas bicicletas; pasamos por el parquecito (no le mostré el árbol de cuchillos, pues era mi secreto); vi las coloradas flores de un gran Cayeno que decían…  ¡Cómame!...
“Por eso salgo siempre a caminar
En busca de una flor para mascar…”
Empecé a cantar… “!y recorro el camino…!”
Roll me apabulló, con sus características burlas de “pela gato” como nos decían las chicas del barrio vecino, cuyas fronteras debíamos pasar con cuidado…
¡Tocayo! –dijo de un momento a otro Roll- Ármese, es una advertencia, pues vamos por unos amigos-
No sé dónde quedé; el piso se hundió ante mis ojos cuando vimos las gradas que conducían a unas callejuelas en una hondonada. Toqué en mis bolsillos los cuchillos verdes  que había tirado del algarrobo, entonces pensé claramente que eso no servía ni para pasteles. Troll sacó su navaja que más parecía un cuchillo de mesa
–con eso no cortas ni el pastel- Me alcanzó el ánimo para burlarme.
Pero las piernas me temblaban cuando Troll empezó a bajar las gradas. Hacía unas horas habíamos recorrido el parquecito en las  bicicletas alquiladas. Troll se burlaba, se burlaba de verme pedalear como un borracho, hasta que se le desencadenó su bicicleta y fue a rodar frente a un señor gordo que estaba viendo una  enorme fotografía ( se la habían tomado desde una cámara de trípode, un fotógrafo que metía su cabeza en un pañolón), luego lo miró con cara de ofendido.
 Troll, sabe qué, baje usted a esa hondonada ya que quiere conseguirse un pito…
A él –creo- no se le hubiera ocurrido decirme por qué no baja usted.
Esperé unos cuantos minutos hasta que escuché un quejido que se perdió en los cerros que caían en la distancia de todos esos barrios que empezaban a encender sus nostálgicas bombillas. No me bastaba el cruce de manos que hacía Ultra Man para cobrar la decisión de bajar las escaleras que llevaban a un callejón que se formaba de unas hileras de las casas que bordeaban el cerro. Empecé a contar los pasos mientras bajaba los gradas, luego comencé a caminar por el callejón mientras tarareaba de la nada la canción …
“Por eso salgo siempre a caminar
En busca de una flor para mascar…”



domingo, 14 de julio de 2013

Un accidente puede suceder


Mientras lavaba los cubiertos de la cena de la noche anterior, no sé como un cuchillo se paró justo de filo arriba en la rejilla del lavaplatos y faltó poco para que su punta se clavara en mi pequeña mano.
Casi veo la sangre salir abundante. Pocos minutos después recordé una leve llovizna de sangre; mientras trabajaba lavando las ollas de un gigantesco restaurante, llegó justo a tiempo un auxiliar de cocina africano para decirme que no metiera mi mano en el balde del jabón donde él tenía en remojo sus cuchillos carniceros. Más tarde cuando me tocó la labor del reciclaje del cartón, cuando tiré de un montón de cajas, un cuchillo salió volando y por un acto de reflejos lo esquivé.
Esa noche le referí el suceso a un español que era el novio de nuestra amiga guatemalteca. No dijo nada, entonces pensé en esos meses que su silencio quería decir más o menos que los cuchillos no volaban.
Cuantas peleas a cuchillo no sucedían en mi ciudad andina por los motivos más insignificantes. Yo mismo hubiera sido, a no ser por cosas del destino, un cuchillero ya muerto.
Sentir que un cuchillo me perseguía era el colmo, incluso para mí. Tendría que echarle la culpa al modesto Borges que mientras recorría La Recoleta urdía sueños de cuchillos vivos. Pero no era así, la culpa estaba en mi infancia donde soñaba con ser un cuchillero hábil, sueño que truncó mis habilidades para escalar los muros donde dejaban encerradas a mis primas.
No puedo imaginar cómo se mataban a espada limpia en las antiguas guerras, me parece como si nunca hubiera sucedido. Hoy más que nunca lo cuchillos pueden parecer insignificantes, pueden parecer, pues viendo el documental de una fábrica de cuchillos norteamericana para el sector militar, me doy cuenta que esa tecnología usada, exagera con respecto al pobre estomago de cualquiera. En esto hay un consenso, o si no porqué los Ninjas han tejido la espada perfecta, hecha para atravesar la carne de un humano. Como dice Borges, duerme el cuchillo su sencillo sueño de tigre.
Cuando terminé de lavar los cubiertos, mi mujer llegó. No habíamos desayunado, no sé porqué me disgusté, sentí claramente algo de ira, quizá me molestaba percibir que tratara de leerme siempre, entonces no le referí lo del cuchillo. Ya había hecho el propósito de calmarme, pensé en todas las veces que mi mujer se había cortado pelando papas. De pronto Ella me percibió elevado; estaba reviviendo el momento en que Concetta Bertoldi se volvió a cortar el dedo; esa vez fue algo para espantar, y muchas veces se cortaba para librarse nuevamente de una jornada de trabajo. No estoy aquí nombrando a Concetta, la famosa espiritista que vive en New Jersey con su marido Jonh, la veterana que tiene una sonrisa espectacular ¿cómo sería hacerle una consulta para contactarme a mí, que hubiera muerto acuchillado hace tiempo? Estupidez de estupideces.



martes, 12 de marzo de 2013

LA JORNADA


El muchacho dijo espontáneamente que aquel tipo -luego lo señaló con su dedo índice- era de “medallo”, que lo había escuchado hablar el viernes mientras pedía fiado el refrigerio de antes del almuerzo, lo que correspondía al mecato de media mañana en el modismo local. Luego lo escuchó decir la “muletilla” de la gente de “medallo” mientras le pedía regalado un cigarrillo a su ayudante.  Ese viejo es un desjuiciado, siempre se ve sin dinero  –sentenció el muchacho- dando el último sorbo a su vaso de avena. Si lo dice por viejo, apenas tiene treinta años -repuse- Yo estuve con él el viernes; hablaba,  hablaba, hablaba fluidamente con ese acento tan envolvente que tienen los de allí ¿no has escuchado hablar de los culebreros? Se dice que “culebrero” que se respete es de Medallo (el culebrero es un vendedor ambulante que hace gala de una terrible elocuencia callejera). La señora  que vendía las “papas rellenas” y la avena siempre bostezaba a esta hora del lunes, gesto que me parecía fuera de lugar en este mes del año en que el  sol del trópico quemaba. Nos  encaminamos hacia el piso doce de la obra no dando tregua al comentario: ¡Mire chino…! -Le dije- (el apelativo “chino” en el modismo local se reservaba para niños y gente del común), el paisa, como le dicen a los de “medallo”, no dejaba de pedir cerveza, no dejaba de hablar: ahí estuvo el maestro de obra, los mamposteros, los estucadores; el lugar se volvió una orgía de cerveza, de música ranchera, hasta que el costeño se enfureció; exigió que pusieran canciones vallenatos.  Ahí se formó un problema; me quise ir, pude leer en la mente de Joaquín que no me dejaría ir hasta que no gastara el último centavo; el maestro de obra, dijo persuasiva, paternalmente , que dejaran ir al doctor ( así me habían apodado en la obra).  El chino dijo con entusiasmo que conocía al hijo de Joaquín; el hijo de Joaquín  dice que dentro de pocos años estará jugando en un club de futbol en Europa, me lo dice a mí que soy su amigo ¿pero al menos está jugando ya en el equipo de futbol de la ciudad? -Le pregunté-  ¡No…! –Contestó- pero es el mejor jugador del equipo del barrio, se da el lujo de ostentar su clase de jugador, incluso en su colegio. Muchos  lo odian porque va por ahí diciendo que se parece físicamente a Michael Owen, incluso se dio el lujo de despreciar a Mirleya,  que se atrevió a decirle que él le gustaba. Ella,  resentida, le dijo que no tenía la altura de Owen ( por supuesto el no llegaría a medir un metro noventa en su edad adulta, con diez y seis años, a los veinte  llegaría a medir por mucho uno sesenta y cinco, que es por decir menos la estatura promedio).  Luego se fue calle abajo de la casa de Joaquín ( que  es una casa como las que se construían en la colonia española, en un barrio en las que quedaban ya pocas) y se escuchaban sus insultos contra el que se le atravesara...  Pero el hijo de Joaquín no va a los bailes de cumbias peruanas, donde van los llamados “ñeros” (los que se han vuelto  “ninis”) ¿entonces qué música le gusta al hijo de Joaquín?  Esa que sonaba a finales de diciembre del año que acabó de pasar (  el dos mil cuatro ). Un  fuerte olor hizo que el chino se distrajera, cayéndole en el ojo derecho la delgada sopa del estuco; la queja hizo que el doctor se bajara del banco de madera que usaba para estucar las partes altas del muro.  El ojo del chino le lloraba por el enrojecimiento, el doctor le lavó el ojo con abundante agua, mientras decía que había algo raro en la obras en construcción que hacía que el intestino no funcionara decentemente. Luego  le sonó el “beeper”, lo miró ( también al reloj) y salieron de la obra  bajo las maldiciones del chino que decía que cuando alguien está de malas hasta del cielo llueve m… Al maestro de obra le sonó su  teléfono celular ( que era una rara ostentación ); el chino le alcanzó a ver el celular y se burló de esa “panela” ( la panela es un endulzante popular del tamaño de un ladrillo de barro cocido, que resulta de la miel desechada en las plantaciones de caña de azúcar). Vea maestro- se refería al estucador- ya está navegando a toda máquina el “ Smartphone” y ese “pingo” todavía con… ¡ Una  panela! (“pingo” era el  apelativo para gentes de esa ciudad que quería significar a alguien insensato, pero que se decía como “muletilla” ¡Ahh.. ¿qué pensarás de mi beeper?... Huevón!-dijo el doctor-. Hicieron detener una buseta y la abordaron ( a la derecha de la buseta circulaba  un motociclista que fue dar lentamente  contra un andén).   Radio Nacional transmitía la noticia destacada de estos inicios de año con la captura de un jefe guerrillero apodado “Granda”; que si fue detenido en el vecino país, que si no fue en el vecino país la captura; que la Potencia Mundial estuvo involucrada.… La madre, chino –dijo el doctor- apague ese puto radio o si no le lanzo de aquí un bollo de estuco. Primero se bebía un café servido en un vaso desechable del que vendía Doña Teresa, la que cargaba los termos con el negro líquido en un carrito de bebé… ¡Ya son las tres de la tarde y no podremos cumplir la tarea por estar hablando paja…! Maestro es que los lunes siempre son del zapatero –repuso el Chino-( con eso se refería a la costumbre de los obreros de zapatería de no trabajar los lunes) ¡ Tienes razón, acabemos este puto enero, entonces, hablando m…! ¿Cuántos años tienes Damián Alexandre? Entré a diez y siete años, Maestro Corto ¿porqué la pregunta? Es que estaba pensando en el hijo de Joaquín. Ese Joaquín es un miserable cojo que se gasta todo el salario en cerveza.  Es que la Mamá de Joaquín es funcionaria de la Alcaldía -contestó el chino. Bueno, esa tarde, el paisa, cuando los obreros estaban prendidos (quiere decir que ya estaban alicorados) propuso que nos fuéramos todos a seguir bebiendo licor a un lupanar; yo, como dije, logré escaparme, después supe que fueron pocos los que siguieron al paisa y duraron perdidos unos días, hasta el punto que la familia del paisa puso la demanda a la policía ( el maestro de obra es cuñado del paisa), fue cuando usted lo escuchó pedir fiada la merienda.  Bueno don Corto, menos mal que yo me había ido con Michael Owen  a una sala de Internet.

martes, 31 de julio de 2012

Yocasta

Estuvo precisamente observando la ciudad que nunca había querido conocer, o mejor, que nunca hubiera podido conocer, la ciudad al otro lado del océano, la que de una u otra forma es un lugar soñado por los amantes de todos los tiempos. Estuvo navegando por ese canal milenario de trayectorias donde se veían esas edificaciones que habitaron poetas como Lord Byron, en donde se daban fiestas aristocráticas de máscaras medievales: no podía creerlo o no se había pellizcado en ese presente: parecía serle indiferente la compañía de la mujer que había querido en esos últimos años, que había conseguido ahora lo pensaba como un milagro así no creyera en los milagros. Mucho tiempo después su mujer había narrado ese viaje a una persona que percibió en eso alguna ostentación, como él la había percibido en cierta ocasión cuando ella le narraba sus paseos por aquel turístico país de monumentos y arte. Había percibido también en la respuesta de aquellos la impotencia de los que no podían hacer lo mismo, o de los que haciéndolo les había dolido el esfuerzo en dinero y voluntad , por carecer quizá de una cultura suficiente para apreciar las delicias del viejo mundo. Se decía que no sabía sentir alegría, pero en el fondo era su paradójica suerte que lo abrumaba ¿Que es la alegría? ¡Es un sentimiento del instante! ¿se puede sentir alegría todos los días? Cierto que los sentimientos humanos varían constantemente y se puede pasar de la tristeza simultáneamente a la ira. Pero para él parecía que la amargura fuera su desayuno diario, una ira contenida siempre, un disgusto dispuesto a invadirlo en cualquier momento, una aptitud critica ante todo que le imposibilitaba los pequeños momentos de contento, de sentir la suave brisa de la vida. Quien duda que en su interioridad albergaba la mina de amargura: un resentimiento tremendo, una ofensa que había quedado sin resolver para siempre. No se creía merecedor de todo lo que le había ocurrido, sus viajes su buena vida, todo. Su mujer la notaba pero ella la toleraba y a veces se mostraba dolida y por sus mejillas resbalaban unas cuantas lagrimas ¿cuántas veces sentado a la mesa, delante de un buen vino y en una noche de hermoso invierno parisiense quiso sentir alegría? ¿que era sentir alegría? Alguien le habría dicho que la culpa puede matar la alegría. Cuando la culpa se generaliza es dañina. Un ejemplo son las personas que sienten demasiada compasión por indigentes, por ejemplo, llega el día que al generalizar este sentimiento llega a pensar que ella es culpable de tal situación y al encontrar salida a esto entra en un estado de tristeza incontrolado. Pero él pensaba esa seriedad enraizada en su idea de la vida: había sido un soñador sin realidad, había sido un solitario desconectado de su familia y la soledad lo había rondado como a un libertino venido a menos; esa era la vida que le había tocado en suerte y la amaba a no ser por la carga que le había impuesto subliminalmente su progenitora a la muerte de su padre: debía ser el padre de sus hermanos. Costumbre que había florecido en estos países ante el abandono que hacían a las esposas ante el arraigo de las madres padres; pero él también había abandonado los suyos. Una noche de nieve que cubría las calles, se detuvo con Yocasta en una esquina y la besó.

lunes, 14 de mayo de 2012

LAS EMPUSAS

(De Come Fuego)
Camilo siempre recordaba las palabras que el hermano menor de su madre le decía sentados ambos en la banca del parque cualquier atardecer cuando salían de la edificación en construcción: no recordaba el cansancio de la jornada de trabajo, ni las gotas de pintura que quedaban en su cara, sus brazos, ni la muchacha solitaria que él vio bailar en una azotea un día antes de partir para el exterior : pensaba siempre en esas palabras, que ya de adulto se convertirían en una obsesión. Luego en las obsesiones de las lecturas de su mejor amigo: el tiempo. Hoy estamos aquí, lejos de nuestra ciudad-le decía su tío- pero es como si nunca hubiéramos estado aquí pues tú verás esto como un soplo de viento en tu adultez. Mira mejor que nalgas las de aquella muchacha. Su tío era un hombre inmediatista y pícaro que llevaba a su sobrino a jugar billar los sábados. Cómo extraño comer la carne de mi tierra-le decía ingenuamente Camilo--pero este se encontraba lejos pensando en su familia. Si, pensaba que el tiempo le había pasado como un soplo: tú tienes una bella vida le decían -mucho después supo que lo decían viendo que él no trabajaba ni estudiaba- Quizá no sabía que se había convertido en un Niní.(Pero no le hacía mal a nadie). Recién terminada la escuela elemental cuyo único Maestro era Marxista su madre lo puso de aprendiz de mecánico, luego de carpintero, luego de ensamblador de autobuses, luego de ayudante en distintas fábricas y locales ¿Nunca tuvo una novia en su adolescencia? Le llegó como un rayo su imagen en el cuartel: un capitán lo había sorprendido masturbándose. En una noche de guardia él sorprendió a un recluta tratando de violar a un compañero de pelotón: el conscripto se había evadido del cuartel, había regresado borracho, Camilo hizo un tiro al aire, el recluta huyó. Le preguntaba a su corazón por su extraña palpitación, por sus sueños tan laberinticos. Cuantos años de reflexión para establecer un sentido para sus sueños. Su mejor amigo le preguntaba por sus sueños apocalípticos: mejor le explicaba algo similar a las escenas del vampirismo en la mitología griega: las hordas de Hécate, las Empusas le parecían los graznidos de unos cuervos que escuchó una madrugada. Las Empusas en luna llena seducían a los ingenuos, apareciéndoseles como mujeres hermosas, luego asumían su verdadera forma para atacarlos. Camilo le narró a su amigo las consignas vampíricas del Cabo de su Pelotón cuando se entrenaban. Si -decía-, mi país siempre ha tenido un conflicto civil y esas consignas vampíricas obviamente iban dirigidas a los enemigos. Su amigo le narró en cambio que para las culturas primitivas de la humanidad el canibalismo, el vampirismo en contra del enemigo le daba al vencedor su fuerza por eso practicaban esas formas rituales. Pero a finales del siglo XX esas consignas eran barbarás y perjudiciales para la salud psicológica de los flacos reclutas: comer y beber la sangre del enemigo, así sea en sentido figurado era una barbaridad. Mucho tiempo después, Camilo reflexionaba el sentido de sus sueños. Creía haber identificado esa cara barbará que lo acechaba: su amigo le decía que si le hacía caso a las teorías de Jung se equivocaría (los sueños no son espejos de uno mismo), mejor que estudiara los propios conflictos ideológicos de su vida. Ese era un buen camino para tratar de entenderse él mismo. No sabía por qué el sueño de aquella noche le recordó la película: “Blade caza vampiros” que ya dentro de una cápsula lo convertía en cazador quizá de sí mismo.Pero algo falla y hasta su caballo pagó las consecuencias ¿Quién era ese caballo que mostraba el miedo de un ser humano? Era un miedo por el ser humano. En ese estudio concienzudo de si mismo dejaba que las “asociaciones de ideas” corrieran por su mente libremente. Se imaginó que en su caótica personalidad se escondía el signo de un caballo ¿él era uno de los miles más, presos de la fuerza de sus contradicciones? No, era uno de los miles presos del tiempo, que lo chupaba como un pequeño agujero negro y que en su cosmos escondía el universo de sí mismo. Una Empusa lo había chupado y ahora no era menos que un zombi, un Niní que empezaba a ser viejo. Aunque se equivocaba, su desesperación del tiempo era la cara de una empusa: su verdadero conflicto consistía en ser dos hombres en uno solo -lo que lo había anulado-el eminentemente Marxista se había enrolado en las filas que atacaban a estos pero que eran radicales; él había sido un niño.




martes, 13 de septiembre de 2011

El Monte Sacro de Roma...Eljuramento perdido

El juramento perdido


Bajo los auspicios de una luna pálida de otoño, me veía caminando de un lado a otro el «ponte nomentano» en Roma. Los silenciosos murmullos del río Annio me regalaban la romántica escena de un joven Bolivar sentado junto a su Tutor Simón Rodriguez, observando las verdes colinas vecinas, y a punto de «jurar» la lucha por la independencia. Pero no, ya el tiempo se había llevado al Río Annio, y las Colinas eran relampagueantes faros del urbanismo moderno. Pero si, estaba auspiciado de la curiosidad de muchos obreros de Marruecos que acababan de salir de una fábrica aledaña y que miraban mi desorientación como si fuera a suicidarme lanzándome del «ponte» que casi rozaba la tierra.
El parque enmontado donde estaba una rutinaria estatua de Bolivar a pocas cuadras del urbanizado Monte Sacro, me dejaba más asombrado. Ni una sola mención al juramento de Bolivar; seguí caminado y sentía el avance del siglo XXI, pesado en mi espalda. Ya bien entrada la noche,  después de haber caminado una hora, me encuentro con «el Obelisco» que el gobierno de Venezuela había inaugurado hacia pocos meses, y que también borraba desapercibidamente la placa donde constaba que Bolivar había jurado.

Una inesperada tempestad borró a Roma en un par de segundos, me pareció que Júpiter comandaba la furia desatada de la plebe contra el Emperador. Gladiadores y esclavos se dirigirían al Monte Sacro donde tomarían el Puente Nomentano; empapado y ahora seguido por una patrulla de la «polizia d´stato» pensaba en indagar la primera pista que tenía: un manuscrito de Simón Rodriguez que según entendidos estaba en una sala de la hermosa Biblioteca fundada en el inicio de la era científica en 1700, y que se ubicaba en la «vía di Sant´ignazio»

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Jamás imaginó que estaría en Roma y ahora que se encontraba allí, su mente se blanqueó: trató de calmarse; después de algunas horas recordó la “piedad”. Eso es, lo primera que haría sería contemplar la “piedad” hasta la saciedad. La verdad Miguel Ángel le era más o menos indiferente y más si siempre se había considerado agnóstico. Pero pensó rápidamente que cometería con ello una injusticia histórica : además no era “jacobino”, la “piedad” es una escultura del patrimonio cultural y religioso de occidente, Latinoamérica la ha heredado y los abuelos no quieren que eso cambie. Hay que tener piedad-se dijo- entonces contemplará la “piedad” como primera cosa que haga. Pero miércoles -se dijo- verdad que es casado y lo que cuenta es lo que diga su mujer, al girar en una esquina para ir hacia el hotel quedó petrificado, él, que era un liberal hobbesiano no había recordado al “monte sacro” allí se juró la primera insurrección contra los patricios Romanos y con ese recuerdo Bolívar hizo su juramento allí al lado de su genial y generoso maestro. Una lágrima resbaló por sus mejillas: seis meses en Córcega y no escuchó jamás a nadie mencionar “el monte sacro”. Los Italianos jamás hablaban del “monte sacro” histórico, al menos él nunca escuchó hablar del monte sacro: el monte sacro se había borrado de la mente de todos y ahora al parecer era un barrio de Roma. Tendría que investigar urgentemente, al miércoles todo, investigaría el sitio exacto del monte sacro.

10-10-010
(2)
El 30 de diciembre del 2010, Lorenzo estaba a punto de abordar un Tren directo a Roma junto con su mujer pero un malestar de última hora los obligó a quedarse en Bolonia. Lorenzo no estaba en Roma, como había dicho, su mentira se debió a una estrategia de escritor y esta era la fecha y la virosis de la temporada invernal que habían adquirido no se les despejaba. A pesar de eso su obsesión por ubicar el sitio exacto del Monte Sacro se trasladó a los mapas satelitales y a viejos foros en internet, su mujer en cambio anhelaba ver partir el año en el vaticano bajo el saludable saludo del Papa. Lorenzo no podía entender porque las noticias sobre los hechos ocurridos en el Monte Sacro por lo menos cuatro siglos antes de Cristo eran tan casuales y escasas. El cosmopolita pueblo de la época quería una apertura democrática que los Romanos les negaban y allí los plebeyos en memoria de esto hicieron una cripta dedicada a Júpiter Terrible, Dios supremo de los Romanos y que había llevado a la tierra en manos de Pandora la Caja “terrible”. ¿Pero sabrían los Plebeyos que la esperanza rondaba aún el fondo de la caja? Lorenzo recordó que había leído en alguna parte que por un tiempo la humanidad estuvo sola, poblada de Dioses con debilidades humanas. Se imaginaba a Júpiter transformado en cisne para seducir a Leda. Simón con su tocayo y maestro, siglos después se encontró cara a cara con Licinio, el líder de los Plebeyos o se encontró cara a cara con la “esperanza” que aun vagaba entre los siglos por el monte Aventino. Lorenzo no entendía porque los Italianos modernos no le dieron absolutamente ninguna importancia a estos eventos, se había lavado de la mentalidad de Roma la primera protesta democrática del occidente naciente y luego el tenaz juramento de Bolívar no se habría ni mencionado en las crónicas de historia italiana. No había ni señas en el ciberespacio de la inscripción a Júpiter que había dejado Licinio en el Aventino, en memoria de ese acontecimiento, o ahora en el puente antiguo que había quedado tras siglos de abandono. La única señal clara que denotaba el sitio del Monte sacro era el puente Nomentano en la confluencia de los canalizados arroyos (otrora ríos) Alniene y Ullmano. Pero lo que le preocupaba más a Lorenzo era la despreocupada interpretación que hacían actualmente de la figura y obra de Simón Bolívar. Despreocupada interpretación que tuvo sus inicios según entiende del mismísimo Marx que ocupado en ese momento de Napoleón tildó a Bolívar de Napoleónico, acusación que pesa aun sobre sus humanos hombros, humanos porqué las cartillas oficiales también momificaron a Bolívar en las tendencias románticas y neoclásicas del héroe inaccesible. ¿Sabía Karl Marx de las ideas de Bolívar? Sabia Marx sin duda de las ideas de Napoleón sin gustarle el epíteto de “cesarismo” que le sumaban a Napoleón . La paradójica situación de Simón estuvo en que su “ideal” se llenó de sustancias ideológicas que él mismo no profesó , hasta convertirlo en alguien que mucha gente no quiere tanto en derechas como en izquierdas. El Bolívar que amaba Leonardo, era el Bolívar que había poblado el libro de Gabo: “El General en su Laberinto” era el Bolívar Humano y Demócrata, que aceptaba humildemente su destino: la incomprensión y el abandono. Marx en ese tiempo no entendió a Latinoamérica y la visión de “Unión” de Bolívar, además Europa estaba en completa posesión de sus ideas de nacionalismo. A Europa que le importaba que Simón hubiera estado en el Monte Sacro recordando a Licinio, invocando la “esperanza” . Nadie más ajeno a las ideas de “nacionalismo” que Bolívar. El Bolívar que luchó por la libertad y la unión continental, era contrario a las dictaduras y evidentemente a los nacionalismos. En el amanecer del 31 de diciembre, Leonardo se levantó de la cama: su mujer aun dormía y tocó su frente caliente por la fiebre: le dio de beber agua y después entro al mapa satelital: creyó ver en el Barrio Monte Sacro un monumento curioso, se detuvo en el nombre y creyó leer “parque de la libertad” . Creía estar delirando por su escalofrió y su tos, no deliraba, estaba ahí, un monumento dedicado a bolívar; según leyó , el presidente venezolano lo había mandado a hacer a un coterráneo suyo y en una ceremonia donde estuvieron los italianos inauguró el monumento sin representantes de ningún otro país bolivariano, creyó leer Leonardo

(3)
La verdad era otra, Leonardo Camilo cuando estuvo en Roma por primera vez, estuvo con su mujer en uno de esos recorridos por los sitios más visitados por los turistas en un bus de dos pisos (Por su puesto, la pareja iba en el Segundo piso destechado) y Camilo vio “La piedad” en la capilla Sixtina, detenidamente hasta el punto que su mujer lo pellizcó pues llevaba más de una hora viéndola, y hasta tenia nerviosos a los celosos vigilantes. Había cosechado la idea de ubicar el Monte Sacro pero su timidez se lo impedía y el escaso presupuesto que tenían para quedarse en Roma ( Su mujer había llegado hacia unos años a Italia como inmigrante). La segunda vez plantearon ir a Roma en una visita relámpago debido a que regresarían pronto a su país de origen, Camilo ya tenía la idea clara de ubicar el Monte sacro y además también podía imponérsele un poco más a su mujer. A finales de diciembre del 2010 intentaron ir, como se mencionó, pero Camilo logró su objetivo unos meses después, lo que ubicó a la pareja en la intención de visitar el monte sacro antes que nada. Tal como lo había visto en internet, el Viejo puente Nomentano, al parecer sitio exacto del monte sacro, pero poco tiempo después inspeccionando un poco el antiguo puente (tenían poco tiempo) no vio por ninguna parte el testimonio del juramento de Bolívar ( ni siquiera una pequeña placa conmemorativa) y según resulta, el hermoso monumento que construyó a esto el gobierno venezolano, estaría ubicado lejos de allí acaso con la intención de hacerlo más turístico y dejarlo como el sitio exacto del juramento de Bolívar: sitio inaugurado con toda pompa y a los que asistieron verdaderamente como invitados de piedra, los embajadores de los países bolivarianos ( ¿una mano de mayúsculos diplomáticos?) y quizá sitio que convendría por tener acceso a más despistados turistas, porque a decir verdad, el “nomentano” no lo visitaba nadie, a no ser algunos informados en su historia, pero también cabe denunciar, que en los intensos paseos de la pareja por los sitios más concurridos de Roma y donde el cumulo de gentes de todo el mundo era inimaginable, tampoco, desgraciadamente, se comentaba ni mas remotamente el sitio donde se ubicaba el monumento a Bolívar. El bello parque, cercano al Nomentano estaba en un descuido total y uno que otro anciano se acomodaba en sus perdidos escaños. A Camilo no le quedó tiempo de ubicar el monumento ( su mujer se impuso una vez más con un argumento irrefutable) pues la romería de turistas que se movilizaban como hormigas recorrerían los sitios ya consabidos. Ni siquiera un humilde turista había visto Camilo pasearse por el Viejo Puente Nomentano, y solo un puñado de operarios inmigrantes en un inmenso garaje observaban curiosos a la pareja inspeccionar el Puente: luego llegó lo que parecía ser un fotógrafo profesional a encuadrar el Puente en su cámara. La decepción de Camilo no era tanta como su duda ¿donde estaría la inscripción a Júpiter Terrible y el sitio exacto del Juramento? A ningún turista le importaba y quizá el barrido cultural de la mentalidad de las gentes de Sudamérica e Italianas les impedía apreciar esto, pues cierta vez en la ciudad donde Camilo había trabajado en el norte de Italia (Bolonia) entabló conversación con un paisano bolivariano que había trabajado mucho tiempo en Roma y le disparó con un gesto de desprecio esta afirmación: “pero que tiene el Puente, si es uno más entre un Viejo Puente mas, el monte sacro es un barrio entre un barrio más de Roma” ( este paisano solo pensaba en crear une empresa mística, como en Sudamérica y Centroamérica en el que había prosperado tanto el protestantismo como una prospera industria que hacía nuevos ricos a montón, y como en Colombia que esta empresa ya intervenía en la politiquería y quitaba y ponía congresistas. Como decían algunos ilusos italianos , pobre Italia con tantos emigrantes, sintonizando el postulado del partido xenófobo y racista de la liga Nord. Camilo decía, pobres italianos cayendo cada día más en la ignorancia y en incomprensión. La “reforma” en Europa costo muchas guerras. A finales del siglo XX, América Latina efectuaba por decreto una curiosa “reforma”, como había efectuado por decreto su entrada a la democracia. Pero esta reforma tardía, la ubicaba siempre en platos de segunda mesa.

13-09-2011

martes, 1 de marzo de 2011

Los títeres enanos

De la galería de los “poetas menores” que existen en habla hispana, ninguno le pareció tan desesperado a Camilo (aparte de él mismo, por supuesto) que un poeta del que tuvo noticia por casualidad, que no sabía Camilo si era por convocar la “fama” como diera lugar y modo , o por hacerse notar de una forma imperiosa pues se dio a la tarea de usar el plagio como una forma de escritura propia ( Plagiaba a cualquier poeta que se la atravesara por el camino: hasta ahora Camilo no sabia si había plagiado a algún “poeta mayor”) hasta el punto de dividir la historia de su literatura en dos ( él en su megalomanía decía que había dividido la historia de la literatura en dos) : los poetas que son dignos de haber plagiado y los poetas que después no se ameritan ni de plagiarse. Camilo se preguntaba si él mismo merecía plagiarse de él, pero en el fondo le asustaba ese juego pues la literatura se tomaba muy en serio hoy por hoy hasta el punto de haberse construido horribles metáforas como la de que los productos literarios eran hijos de sus creadores “sangre y huesos”; era la desesperación del escritor contemporáneo, pues pensaba Camilo que ese era otro fenómeno de masas, eran escritores masivos como pintores masivos, habían poetas y escritores como maíz para gallinas decía Camilo, el escritor genial ya era un mito en la historia de la literatura y estos escritores masivos se peleaban sus derechos de autor como progenitores pelándose la custodia de sus hijos. Horrible aspecto presentaba la literatura pensaba Camilo. Ya se había destacado el hecho de que el arte actual había perdido su imprescindibilidad en el sentido que miles y miles de personas podrían vivir toda su vida sin ninguna noticia de arte. El arte ya no volvería a ser la misma y quedaba sometida a (como casi todo) a la libertad de conciencia- terrible noticia- Ahora Camilo no sabía qué clase de poeta era él (porque pensaba que contemporáneamente se negaba que la literatura era una, que ya no tenía razón de ser los géneros literarios) que todos los escritores eran simple y llanamente poetas. Camilo pensaba en Jorge Lemoine y Bosshardt según como lo presentaban en Wikipedia: era una presentación impresionante… “Nacido en Argentina en 1948, Jorge Lemoine y Bosshardt es un poeta, plagiador y auto promotor, quizá en orden inverso de relevancia. Es especialmente insistente, y ha creado al menos una veintena de títeres en Wikipedia para reponer una y otra vez el mismo texto. También se auto promociona en todo tipo de foros y ha llegado hasta el extremo de suplantar el nombre de personas críticas con él para auto promocionarse en Wikipedia (por ejemplo, Aitana Cortázar...” Camilo le parecía que ese juego literario ya no tenía razón de ser actualmente de tanto que se había jugado, pero en el fondo no se confesaba que eso lo hubiera querido hacer al menos unos años atrás. El que había inventado sin éxito y con suma ignorancia movimientos poéticos que ya habían sido inventados y hasta reinventados, él que vivía rodeado de mediocres que se creían geniales y le proponían inventar juegos que ya habían sido inventados ¿en el fondo envidiaba a Jorge Lemoine y pensaba que él jamás se fijaría en él para plagiarlo y si lo hiciera, pensaría que el haría lo mismo con él, tomaría a cada uno su s hijastros y los copiaría fielmente… Ah la literatura que puerca es hoy día, nadie piensa en robar los tesoros literarios que hay leyéndolos sino en crear porquerías que nunca llegaran a tener ninguna carta en la historia.
El poeta Jorge Lemoine usó recursos literarios que ya habían sido usado miles de veces. Quizá su merito si es que tiene alguno se deba a que osó usarlos hoy día, en una sociedad inundada de poetas menores, que creían en sus versos en un tiempo en que el verso ya había sido desterrado de la historia. El merito lo tenía en decirse descaradamente plagiador y suplantar a la gente real con sus títeres cuando los genios de este recurso habían inventado títeres que aun hoy día se creen que fueron reales, aun muchos creen que Pierre Menart fue el autor del Quijote (y lo creerán en el futuro). A Camilo no dejaba de parecerle esto increíble , pues a estas alturas de su vida no sabía cómo tomar la literatura , estaba tan confundido como hace 20 años cuando empezó a escribir pensando en los huevos del gallo, en las mujeres y en quien sabe que cosas más. Nunca podría olvidar que él sirvió de ejemplo a dos lindas niñas aspirantes a escritoras para que no cometieran tan disparatada empresa, y las que le recomendaron sus consejos fueron otras dos lindas niñas que aparentemente salieron deslumbradas de sus lecciones de escritor de más de 15 años en el oficio. Ahora Camilo no sabía para que servía la literatura, si para deslumbrar a uno o dos parroquianos o lanzarla en el tiempo para que la leyeran tres o cuatro despistados que les parecería lindos sus versos o su prosa. Camilo sintió como si hubiera descubierto el sentido de la realidad cuando leyó la biografía en wikipedia del reconocido “plagiador literario”, ni siquiera las noticias espeluznantes de la crónicas judiciales y políticas le hicieron parar en la realidad como el caso de este descarado plagiador que parte en dos la historia de la literatura: la que no sirve para nada y es tan practicada como los miles de pintores que abundan y tan megalómana como los miles de poetastros que se creen geniales, pero de todas maneras Jorge Lemoine le parecía un escritor genial, un títere más que se ríe de todos.