Estuvo precisamente observando la ciudad que nunca había querido conocer, o mejor, que nunca hubiera podido conocer, la ciudad al otro lado del océano, la que de una u otra forma es un lugar soñado por los amantes de todos los tiempos. Estuvo navegando por ese canal milenario de trayectorias donde se veían esas edificaciones que habitaron poetas como Lord Byron, en donde se daban fiestas aristocráticas de máscaras medievales: no podía creerlo o no se había pellizcado en ese presente: parecía serle indiferente la compañía de la mujer que había querido en esos últimos años, que había conseguido ahora lo pensaba como un milagro así no creyera en los milagros. Mucho tiempo después su mujer había narrado ese viaje a una persona que percibió en eso alguna ostentación, como él la había percibido en cierta ocasión cuando ella le narraba sus paseos por aquel turístico país de monumentos y arte. Había percibido también en la respuesta de aquellos la impotencia de los que no podían hacer lo mismo, o de los que haciéndolo les había dolido el esfuerzo en dinero y voluntad , por carecer quizá de una cultura suficiente para apreciar las delicias del viejo mundo. Se decía que no sabía sentir alegría, pero en el fondo era su paradójica suerte que lo abrumaba ¿Que es la alegría? ¡Es un sentimiento del instante! ¿se puede sentir alegría todos los días? Cierto que los sentimientos humanos varían constantemente y se puede pasar de la tristeza simultáneamente a la ira. Pero para él parecía que la amargura fuera su desayuno diario, una ira contenida siempre, un disgusto dispuesto a invadirlo en cualquier momento, una aptitud critica ante todo que le imposibilitaba los pequeños momentos de contento, de sentir la suave brisa de la vida. Quien duda que en su interioridad albergaba la mina de amargura: un resentimiento tremendo, una ofensa que había quedado sin resolver para siempre. No se creía merecedor de todo lo que le había ocurrido, sus viajes su buena vida, todo. Su mujer la notaba pero ella la toleraba y a veces se mostraba dolida y por sus mejillas resbalaban unas cuantas lagrimas ¿cuántas veces sentado a la mesa, delante de un buen vino y en una noche de hermoso invierno parisiense quiso sentir alegría? ¿que era sentir alegría? Alguien le habría dicho que la culpa puede matar la alegría. Cuando la culpa se generaliza es dañina. Un ejemplo son las personas que sienten demasiada compasión por indigentes, por ejemplo, llega el día que al generalizar este sentimiento llega a pensar que ella es culpable de tal situación y al encontrar salida a esto entra en un estado de tristeza incontrolado. Pero él pensaba esa seriedad enraizada en su idea de la vida: había sido un soñador sin realidad, había sido un solitario desconectado de su familia y la soledad lo había rondado como a un libertino venido a menos; esa era la vida que le había tocado en suerte y la amaba a no ser por la carga que le había impuesto subliminalmente su progenitora a la muerte de su padre: debía ser el padre de sus hermanos. Costumbre que había florecido en estos países ante el abandono que hacían a las esposas ante el arraigo de las madres padres; pero él también había abandonado los suyos. Una noche de nieve que cubría las calles, se detuvo con Yocasta en una esquina y la besó.
Es un Itinerario de escritor y también un cuaderno de reflexiones en mi carrera literaria.
martes, 31 de julio de 2012
martes, 26 de junio de 2012
Sara
Todavía estoy en el Centro. Aun los vendedores ambulantes, a pesar de una persistente llovizna que para fines de junio es un poco anormal, llenan las calles, pero esta vez sin pregonar sus productos agrícolas. Del otro lado de la manzana están los vendedores de abarrotes que compiten con los miles de pequeños almacenes instalados en edificios pequeños (todos estos pequeños comerciantes no pagan impuestos). Me quiero ir, pero no se a que lugar: en esas me encuentro con Álvaro que me saluda efusivamente y me invita a beberme unas cervezas. Le pido disculpas y volteo la esquina; me he olvidado decirle que vi aquella mujer que alguna vez me mostró en las calles donde estas deambulan. Iba de pasajera en el autobús y estuvo hablando amigablemente con un desconocido. El mismo Álvaro me decía que aquí le gente acostumbra a ser muy transparente con quien conversa. Álvaro la vio una tarde como ésta y le pareció que las mujeres de este sector cobraban menos que las que se paseaban por el parque público de unas calles más arriba. Allí el puesto de policía no tenía efecto sobre ellas por el curso natural de ese estado de cosas. Me narró que la vio tranquila pero su aspecto le había parecido desaseado, de todas maneras sin pensarlo le preguntó que si quería acompañarlo un poco, ella le dijo que tenía que darle la mitad del sueldo diario de un obrero: -Nada- pensó este. Pero él le había dicho como para no perder la costumbre, como por una especie de impulso. Jamás hubiera ido con Ella pensó después, no porque fuera indeseable: era una mujer de unos 25 años y a pesar de que estaba un poco subida de peso, no le pareció del todo indeseable. Fue por su desaseo. Entonces que tienen las mujeres de ese parque que testimoniaba la conmemoración de los 100 años de quien sabe qué suceso. Tienen, dijo él encarándome, limpieza. La verdad yo nunca había sido adepto a frecuentar ese tipo de mujeres, ni siquiera las que llaman prepago, de las cuales el caso de los escoltas del Presidente Norteamericano Obama , son fiel testimonio. Hasta luego, me dijo Álvaro. Seguí con mis pensamientos mientras esperaba el autobús: Esa mujer que de verdad se veía desaseada narraba su vida privada: si trabajo en el sector del centro (Obviamente ninguna persona dentro del autobús sabía de su ocupación), tengo marido y dos hijos. Mi costilla es albañil pero siempre está sin trabajo. Antes pagaba un hotel todos los días, pero también este trabajo es poco remunerado ; no se levanta plata fácil. Entonces me tocó mudarme a una habitación a las afueras de la ciudad. Yo soy una mujer decente saben; en cambio las mujeres del parque fuman porquerías y a mí no me dejan acercar por allí. Estuve tentado a esperar a pasarme a su puesto, decirle que todo se debía a su desaseo, que podría tener muchos clientes, llegar al parque y vender mucho si cambiaba de aptitud y ropas. Pero me detuvo una declaración inesperada de Ella. Su marido la amaba mucho y con un poco de dinero que le había enviado su madre él le había comprado una blusa. Se sentía culpable porque Ella había llegado un poco tarde a casa una noche. Dijo que le había dicho la verdad a su marido y que había llegado tarde pues como había pensado hacer un curso para terminar su bachillerato, al salir le había tocado hacer el aseo del salón. Ignoro si su marido le creyó… Pero lo que me cuestionó de esto fue la escena de celos de un marido que sabe que su mujer trabaja en la vida.
lunes, 14 de mayo de 2012
LAS EMPUSAS
(De Come Fuego)
Camilo siempre
recordaba las palabras que el hermano menor de su madre le decía sentados ambos
en la banca del parque cualquier atardecer cuando salían de la edificación en
construcción: no recordaba el cansancio de la jornada de trabajo, ni las gotas
de pintura que quedaban en su cara, sus brazos, ni la muchacha solitaria que él
vio bailar en una azotea un día antes de partir para el exterior : pensaba
siempre en esas palabras, que ya de adulto se convertirían en una obsesión.
Luego en las obsesiones de las lecturas de su mejor amigo: el tiempo. Hoy
estamos aquí, lejos de nuestra ciudad-le decía su tío- pero es como si nunca
hubiéramos estado aquí pues tú verás esto como un soplo de viento en tu
adultez. Mira mejor que nalgas las de aquella muchacha. Su tío era un hombre
inmediatista y pícaro que llevaba a su sobrino a jugar billar los sábados. Cómo
extraño comer la carne de mi tierra-le decía ingenuamente Camilo--pero este se
encontraba lejos pensando en su familia. Si, pensaba que el tiempo le había
pasado como un soplo: tú tienes una bella vida le decían -mucho después supo
que lo decían viendo que él no trabajaba ni estudiaba- Quizá no sabía que se
había convertido en un Niní.(Pero no le hacía mal a nadie). Recién terminada la
escuela elemental cuyo único Maestro era Marxista su madre lo puso de aprendiz
de mecánico, luego de carpintero, luego de ensamblador de autobuses, luego de
ayudante en distintas fábricas y locales ¿Nunca tuvo una novia en su
adolescencia? Le llegó como un rayo su imagen en el cuartel: un capitán lo
había sorprendido masturbándose. En una noche de guardia él sorprendió a un
recluta tratando de violar a un compañero de pelotón: el conscripto se había
evadido del cuartel, había regresado borracho, Camilo hizo un tiro al aire, el
recluta huyó. Le preguntaba a su corazón por su extraña palpitación, por sus
sueños tan laberinticos. Cuantos años de reflexión para establecer un sentido
para sus sueños. Su mejor amigo le preguntaba por sus sueños apocalípticos:
mejor le explicaba algo similar a las escenas del vampirismo en la mitología
griega: las hordas de Hécate, las Empusas le parecían los graznidos de unos
cuervos que escuchó una madrugada. Las Empusas en luna llena seducían a los
ingenuos, apareciéndoseles como mujeres hermosas, luego asumían su verdadera
forma para atacarlos. Camilo le narró a su amigo las consignas vampíricas del
Cabo de su Pelotón cuando se entrenaban. Si -decía-, mi país siempre ha tenido
un conflicto civil y esas consignas vampíricas obviamente iban dirigidas a los
enemigos. Su amigo le narró en cambio que para las culturas primitivas de la
humanidad el canibalismo, el vampirismo en contra del enemigo le daba al
vencedor su fuerza por eso practicaban esas formas rituales. Pero a finales del
siglo XX esas consignas eran barbarás y perjudiciales para la salud psicológica
de los flacos reclutas: comer y beber la sangre del enemigo, así sea en sentido
figurado era una barbaridad. Mucho tiempo después, Camilo reflexionaba el
sentido de sus sueños. Creía haber identificado esa cara barbará que lo
acechaba: su amigo le decía que si le hacía caso a las teorías de Jung se
equivocaría (los sueños no son espejos de uno mismo), mejor que estudiara los
propios conflictos ideológicos de su vida. Ese era un buen camino para tratar
de entenderse él mismo. No sabía por qué el sueño de aquella noche le recordó
la película: “Blade caza vampiros” que ya dentro de una cápsula lo convertía en
cazador quizá de sí mismo.Pero algo falla y hasta su caballo pagó las
consecuencias ¿Quién era ese caballo que mostraba el miedo de un ser humano?
Era un miedo por el ser humano. En ese estudio concienzudo de si mismo dejaba
que las “asociaciones de ideas” corrieran por su mente libremente. Se imaginó
que en su caótica personalidad se escondía el signo de un caballo ¿él era uno
de los miles más, presos de la fuerza de sus contradicciones? No, era uno de
los miles presos del tiempo, que lo chupaba como un pequeño agujero negro y que
en su cosmos escondía el universo de sí mismo. Una Empusa lo había chupado y ahora
no era menos que un zombi, un Niní que empezaba a ser viejo. Aunque se
equivocaba, su desesperación del tiempo era la cara de una empusa: su verdadero
conflicto consistía en ser dos hombres en uno solo -lo que lo había anulado-el
eminentemente Marxista se había enrolado en las filas que atacaban a estos pero
que eran radicales; él había sido un niño.
Etiquetas:
Literatura-narrativa-relatos
sábado, 21 de enero de 2012
LITERATURA Y POLITICA
La compleja realidad de los países en el mundo actual
ignora conscientemente por una especie de “presentismo”, que la literatura es un vehículo
primordial en el entendimiento de los pueblos y de su propia realidad socio política.
Viendo así las cosas, no se puede entender a una expresión –llamase culta- que
despliegue cualquier ortodoxia o mandamiento: es el caso de las teorías
literarias que se despliegan hoy las universidades difundiendo “las recetas”como dogma de la narrativa e incluso de
la poesía, o sea que un escritor se
ajusta a una receta que logró confeccionar según su experiencia y desde ahí produce
su novela o su cuento, o lo que es peor aún: su poema, y esto lleva
directamente a considerar la literatura una plataforma para escalar espontáneamente
al éxito social y económico. Esta manera de escribir conduce directamente a
acatar implícitamente el autoritarismo como una norma social y ni siquiera el
ejemplo de Julio Cortázar servirá para disuadir a los que pretenden escribir literatura de compromiso.
Desafortunamente, las universidades están produciendo escritores con los oídos
atentos al mercado, al “bestseller” y a la literatura como una profesión que produce obras de
consumo masivo y de carácter sensacionalista. Pero si son profesores, salen con
un concepto bibliográfico de la literatura que da como resultado que sus
alumnos de bachillerato jamás en su vida vuelvan a leer un libro y por eso se
crean los sistemas nacionales de lectura que sólo apoyaran a la gran industria
editorial. Se ha olvidado completamente el “Deslinde”, esencial obra de Alfonso reyes
(1889-1959) en materia de teoría y
ciencia literaria. Por ejemplo, la obra
narrativa de Rafael Humberto Moreno Duran (1945-2005)está por estudiarse:
expresa una riquísima realidad que despliega
el modo de vida de una determinada clase social . No se trata de hacer una
literatura de facciones. La crisis de la
literatura de lengua española ha padecido de ortodoxia y se ha refugiado en
unos persistentes nacionalismos; se trata más bien de retomar el camino que trazó Eduardo Mallea en la exploración de
una realidad proscrita por la literatura de una tradición española clerical.
También se suma a esta crisis, el anacronismo con que es practicada en los usos
de los géneros literarios y su confusión con los acentos literarios. La
literatura es de las artes, la más libre por excelencia y en eso es de
reflexionar el texto de Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) “ El descontento y la promesa”.
viernes, 18 de noviembre de 2011
La lectura del Pájaro
La lectura del pájaro canoro, título que obedece a lo
que el Ortodoxo Español Juan Valera (1824-1905) le reprochó a los
latinoamericanos que renovaban no solo la literatura de habla hispana, sino
consecuentemente le abrían la puerta a España y a estos rezagados países a la
modernidad y que se conocían como “modernistas”. El señor Valera tildó a los “Modernistas de “Pájaros
Canoros” tratando de caricaturizar con el canto de esas aves del trópico al
movimiento que le daba un golpe una vez más a la tendencia ortodoxa y dogmática
de nuestros países (incluyendo España). Parece que el señor Valera veía
insignificantes a los arrendajos, los turpiales y las golondrinas, parece que
reflejaba en sus cantos la hiel de su sustancia dogmática clerical, pero Valera
no era España y el genial Rubén Darío (1867-1916) estaba nada más ni nada menos
que uniendo culturalmente a España y Latinoamérica. Pero me desvié del tema de
este articulo que es el de la lectura. La tesis ya la había delineado en un
texto sobre la lectura del 2008 que
publiqué una vez más en mi pagina de “scribd” bajo el titulo :”El Bolero de la
vida”. Nuestros países latinoamericanos siguen su movimiento cíclico en la
rueda de la ortodoxia y el dogmatismo
¿La lectura?
Existen básicamente dos categorías en la lectura: la
del lector profesional y la del lector investigativo: queda entre bambalinas el
lector común, el que lee de vez en cuando y compra libros influenciado por la
publicidad, un tema de moda o gustos
personales. Indiscutiblemente aquí me
refiero a la lectura de textos, no esa otra lectura que proclama la anacrónica
moda de la semiótica. Podría asegurar
que el gran lector que fue el Argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) pertenece
a la categoría del lector profesional y el también Argentino José Luis Romero
(1909-1977), uno de los hombres más inteligentes de nuestro continente en lo
corrido del siglo XX es un lector investigativo. Aquí como en Borges reniego de
las especialidades y derivo ambas lecturas de una formación académica. En este
ámbito el autodidactismo es más bien la regla debido a la carencia de una
universidad de corte investigativo que es la que mantiene en un perenne atraso
a la sociedad desde todos los puntos de vista. Masivamente no existen lectores
profesionales y lectores que demuestren una seriedad investigativa como
resultado de una “alma mater” tampoco. No necesariamente la masificación de
escritores quiere decir que haya una masificación de lectores profesionales; al
contrario, tal aparición de escritores, significa mejor un atraso. De los lectores
comunes, la mayoría no son fruto o resultado de una “puja” académica”, como
diría Borges, la lectura obligatoria de las academias crea es una “contra
lectura”. La industria editorial vende es con relación al mercadeo. No existe una
complementariedad de lectura y academia. Analizar las causas de estos fenómenos
es no menos interesante. El lector más escaso que existe, es el que mencionó
Rafael Gutiérrez Girardot (1928-2005)
con respecto a la lectura de Hegel : “ponerse en el ámbito de su fuerza” y esto
quiere decir saber tanto como él y estar cuestionando sus comprobaciones. José Luis
Romero es un lector como el que menciona Gutiérrez Girardot. Un lector
común leería a Romero para entender: por
ejemplo, yo estoy entendiendo a través de la lectura de su historia de la
sociedad occidental el mundo actual; yo me estoy guiando por su autoridad. Borges
recomendaba la lectura hedonista, y el lector de Borges que paradójicamente
debería ser un polígrafo, es también un sinnúmero de lectores comunes. El
lector común, pienso, es bueno cuando entra en los artificios del autor como
este que menciona Borges para evitar una posible “ incredulidad del lector” y
acaso el abandono del libro: “No importa que el autor conozca el asunto del que
habla; importa que haga creer que lo conoce. Cuando el lector sospecha que el
autor no conoce el tema, que el novelista no ha imaginado bien las cosas, la
suspensión de la incredulidad concluye”. (1960). Este no es el caso de José
Luis Romero. Pero para no llamarnos a engaño el lector investigativo debe
producirlo una universidad como las que ya no existen en Latinoamérica y
mayormente nunca han existido; jamás una universidad privada en este ámbito
producirá un lector tal como José Luis Romero, pues Borges era autodidacta y Gutiérrez
Girardot completó su educación en Alemania criticando severamente la academia
de su país. Es tanta la crisis de esto, como ya lo he repetido varias veces, que
los lectores se dan espontáneamente, cuando idealmente no debería ser así: la
educación institucional es la que debe producir los lectores. Yo no me resigno
a un mediocre destino de lector común, producto del autodidactismo (factor de
retraso en una sociedad) que ha dejado
miles de poetas menores y nuevas leyes burocráticas de lectura. Al menos diría
como Borges, ser lector es una tarea más civil que la del escritor y complemento con esa célebre frase Borgiana “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí
me enorgullecen las que he leído”. Eso indica que aspiro al menos a ser un
lector profesional porque producto de la monstruosidad anti cultural del
sistema ya es imposible ponerme en el ámbito de la fuerza que exige el lector
de Hegel y José Luis Romero entre otros. El desprecio por la
lectura va de la mano con el estancamiento de la academia, con su persistente
utilitarismo que deshace en mil pedazos el ocio hedonista por la lectura; si un
individuo se gasta una hora sentado frente una vulgar telenovela que hace que
no tenga media hora así sea semanalmente para leer un buen libro: este
imposible lector ha heredado la impaciencia de las elites que han gobernado
estos países.
sábado, 17 de septiembre de 2011
El Escritor Noctámbulo
Estimados operarios
La madrugada y el fin de diciembre me rasgaban suavemente el corazón. Estaba sobrio, expectante. Observaba al chico que tenía un hambre terrible y la manifestaba. El hotel se veía desde la distancia como un restaurante chino en un sector popular ¡Comer era la cuestión! El hambre del chico me conmovió mucho. Salí a la calle a observar: una mujer semidesnuda se ocultó tras un poste de alumbrado y luego entró en la antepuerta de uno de esos hospedajes de mala muerte, después un tipo mal encarado se lanzó a la boca del poste donde había entrado la mujer. Muchos indigentes aparecieron de la nada por esa misma calle que alcanzaba a tener un poco de la luz que irradiaba de una avenida principal metros arriba: se disponían a buscar ansiosos en los andenes no sé qué cosas. De una -Me dice Carlos- camina y busca unos ayacos. Una caña de un retardado volador, caía inofensivamente sobre un tejado. En la desierta manzana de la plaza de mercados, revoloteaban algunos buitres. El Padre del chico, viejo en su oficio de portero, observaba quizá con una tranquilidad estudiada, el hambre del hijo. Me desesperé un poco: no tengo la culpa de ser cobarde, la literatura es basura, hace a los hombres cobardes y provincianos; lo único que tengo que hacer es cruzar la calle frente a la plaza de mercado, pasar por la vereda donde están los indigentes e ir a buscar el bollo. Hay un montículo de basura por allí, he visto que salen ratones y vuelan como colibríes. Un ratón blanco se posó sobre un mugriento poste, reclamándome el diente del niño: no ha mudado de dientes -le dije- En la esquina, en una caseta, unas personas bebían cerveza. El aturdimiento de la pólvora se había aturdido y daba paso a un pequeño cielo despejado. Tomo cerveza, brindo por la vida y por el primero de enero que me descubre aun en la mierda. El ratón se posó sobre mi hombro, tarareo una canción conocida para darme valor y la señora me dice -Cuídate hijo- Después , salí con los bollos. A la mujer del poste, aun el hombre la tenía crucificada en un pasional abrazo erótico, mientras al otro lado el cuchillo de un indigente resplandecía por el día.
12-2000
EL MACHO
Le habían dado la dirección de una nueva sala, entrando vio las chicas sentadas juntas en un largo mueble, una de las chicas le habló al oído a la Matrona. Lo hicieron sentar frente a ellas y le ofrecieron una cerveza, comenzó a beber a sorbos cortos y a mirarlas detenidamente, sin prisa, con sus ojos rasgados y su sonrisa apagada. No le parecía que esas muchachas estuvieran para ponerse un uniforme colegial como su amigo le había dicho. Mas sin embrago algo lo detuvo y le habló al oído a la Matrona; le señaló con cual chica quería estar, mientras pensaba que ella la elegida le parecía conocida. Ensayó poner la mano en el muslo despejado al cruzar las piernas. Ella se sintió un poco avergonzada, pero sin razón pensó él pues ese era su oficio y ahora que lo pensaba no se sabía si estaba acostumbrada, pues supuestamente esas jóvenes estarían estrenándose en esos menesteres. Se consoló pensando que así se sentiría la primera vez que un cliente le ayudó a quitarse el brasier. De todas maneras eso era voluntario del cliente. El macho se estremeció ante la piel de leche que tenía ante sí. Acostado boca abajo en la camilla, recordó la de ojos verdes, que por su ingenuidad lo hizo temblar mientras untaba la crema en sus espaldas. Vio a la chica concentrada en los movimientos de las manos por sus garrudos brazos. En los lisos muros unos amantes abstractos se retorcían. Se estremeció al pensar que antes de llegar a la sala, por la calle se encontró con una de sus alumnas del colegio que lo saludó efusivamente, que tal que lo vieran en estas-pensó- arruinaría su vida. Era conocido como un reparador electrónico en todas las salas de masajes que habían en la ciudad y lo conocían con el apodo del macho, pues cierta vez había gritado que él no tenía ni un pelo del otro equipo, hasta le daban crédito y a veces daba pagares falsos. Su afán de asedio en las salas era conseguir siempre la más joven recién llegada. Salió bruscamente de sus pensamientos y un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando la chica le dice “profesor”, sin quererlo tuvo una gran erección. Ella Le dice que tranquilo y le muestra un vibrador que tenía guardado. El profesor queda paralizado. Ella intuía su suave consentimiento al resbalarle el vibrador sobre sus espaldas. el sentimiento de su machismo se apoderó de su alma al sentir la mazorca deslizándose hasta sus viriles glúteos. La chica quería que los hombres supieran como era ser penetrada. Ella misma quería ser un hombre. El macho sintió cierto estremecimiento.
11-03-1996
El Escritor Noctámbulo
Cuando Lorenzo supo que Octavo Paz había ganado el premio Nobel merced a su genialidad burocrática, decidió decididamente anular todo vestigio de burocracia de su vida de escritor: nada de vender libros y menos de promocionar su propia literatura ¡Qué es eso¡ valga la burla. Que un escritor tenga que seducir a la gente para que lo lean, el que debe seducir es el texto mismo –reflexionaba perentoriamente- así que abandonó sus escritos al maravilloso escenario del publico invisible, del tiempo avaro y dejaría que la fama ( que se volvió una vieja hippie según él ) hiciera lo que se le diera la gana; sus provincianos amigos escritores que pensaban también que la literatura era “presencia” podían seguir engañándose. De todas maneras Octavio Paz era un mediocre que había sido famoso, con el olvido rondándolo como polillas y se confesó a si mismo lo que en conciencia era cierto: él sería un mediocre oscuro, pero al diablo, tendría a los grandes genios de letras a su alcance: leería un treinta y uno de diciembre a media noche el más famoso poema de Goethe, leería en sus amaneceres más trasnochados a la Eneida, a Baudelaire y a Vallejo. En conclusión, para un escritor como él que había lanzado al caño la burocracia, el mercantilismo del libro, la literatura de mercado y la irracionalidad de las musas, nada mejor que internet, que me lean todos los que quieran. Así pasaban los años y publicaba su artículos, relatos y poemas sin sondeos de visitas a sus páginas y a otras páginas que manipulaban lo sondeos de visitas y atraían lectores mediante la práctica de la ciencia de la publicidad. Me importa un rábano -decía- De ahora en adelante -y no se confesaba que era una especie de retaliación- escribiré para causarle una honda impresión al lector -si es que existe un lector- así nunca sepan quién soy, ni quien seré “yo” . No quería romper con el “yo” pese a todo y pasar a las filas de los liberados del ego que solo querían o vislumbraban la trinidad griega: la belleza, la ciencia y la virtud”. Si, sus textos tenían un nombre de autor. Una mañana que se despertó a mirar su página, observó que uno de sus relatos publicados un tiempo atrás, tenía un comentario: del otro lado del océano alguien lo había leído y ponía un buen comentario de un relato: original y me gusta este relato, decía el comentario. Así pasó casi un año reflexionando ese comentario y llegó a la conclusión que es mejor un comentario sincero que mil visitadores hipócritas. El tiro que le pegaría al lector que cayera en la trampa de sus textos, sería el de manipular su conciencia, el de hacerlo cuestionar sin que se diera cuenta, el de conducirlo como a un caballo al potrero de sus especulaciones y sobre todo en sus artículos que los escribía para el presente. Pero había días en que lloraba como alguien que había perdido un hijo, tanto tiempo perdido, recordaba las palabras de su abuela que decía siempre, no a él a Lorenzo, sino al aire para que todos lo escucharan, pero en el fondo sabía que esa sentencia iba dirigida a él “que el tiempo es oro y los santos lo lloran” palabras que para él sintetizaban el utilitarismo anglosajón y la moral de una época que persistía en mantenerse a través del tiempo y que cuando su abuela las decía a él no le decían absolutamente nada, pero mucho tiempo después comprendió lo que le decía su madre y se dijo que era tarde, estaba poseído por el demonio de la literatura y así algún santo tendría motivo para llorarle. Vomitaba esos pensamientos y recordaba que no había leído a Proust, que no buscaría por ningún motivo ningún tiempo perdido, mientras imaginaba a los escritores que la “gloria” les había regalado alegría, pero a pesar de todo él estaba contento, él era seductor, o mejor, sus textos eran seductores, amen y seguiría pensando que el terrible utilitarismo anglosajón posesionado en el mundo era lo más unilateral del mundo.
El Hijo de Ruth
Ricardo era el tipo de hombre que nunca había convivido con una mujer y que quizá nunca conviviría con una mujer. Ante sus dos amigos exponía reflexiones lucidas y mostraba su agrado por las mujeres jóvenes, como queriendo entrar en la conciencia de uno de sus amigos por sus gustos por las mujeres maduras. Sus ojos eran rasgados, como los de un oriental, sino resultado de una cirugía que había rellenado su cara para hacerlo ver más jovial, lo que le había producido que las secuelas de su acné de adolescente se notaran más, como si hubiera sido intervenido después de una quemadura . Su amigo le parecía que esa descripción exageraba, pero si se podía ver como un Maicol Jackson, a no ser por sus complejos debido también a su estatura. Sus dos amigos lo seguían fielmente en sus andanzas reflexivas, sino fuera también porque uno de ellos cayó en cuenta que sus disimuladas críticas hàcia lo que él hacia, lo estaban cohibiendo más de la cuenta. No moleste tanto, le decía a su otro amigo, me tiene ya traumatizado y sobre todo en cuestión de mujeres. Si se decía que era atractivo en comparación a Ricardo, porque no podía tener una chica hermosa. Al tercer amigo le parecía que este no era comportamiento de tipos de 34 años, pero los toleraba porque sus amigos les representaba un status que él no tenía, a pesar de que se consideraba más inteligente que los dos, pero a pesar de que la madre de Ricardo lo consideraba a él un borracho y mala influencia para Ricardo, a pesar de eso lo invitaban a compartir la Cena en la casa de ellos, cosa que él por falta de carácter se negaba a rechazar y lo que le valió en una ocasión que una novia que tenia lo sacara de la casa por no cumplirle una cita. Pero ninguno de los dos se atrevía a criticar a Ricardo frente a él Los dos amigos hablaban de él a sus espaldas y al otro día ya estaban reunidos.
02-01-2011
El Roto del Humo
Era la una de la mañana, pasaron por el bar Los Perros y estaba también lleno de prostitutas bailando cumbias vallenatos. Prostitutas de bajo precio pero la mayoría de ellas muy jóvenes. La pequeña minifalda que usaban y el contoneo ordinario de las caderas los hacían ver desde fuera en un frenético movimiento de los genitales. Pasaron por el Bar Carrusel donde también estaba lleno. Las prostitutas que allí habían eran más cotizadas. En ese bar no entraban sino tipos que tenían bastantes billetes. Pero ni por que así fuera, ese era un barrio que era un hervidero de delincuentes, gentes de mala vida e informales, era un zona roja, una zona de tolerancia de mala muerte . Era casi medio barrio lleno de Bares, casas de lenocinio y fumaderos de drogas. Lorenzo, le decía el amigo –Usted fue muy grosero en su primera comunión, no dejaba de maldecir- Pasaron por el bar Casa de las Muñecas y a Lorenzo le llamó mucho la atención una muchacha que estaba sentada y dejaba ver sus piernas color canela hasta sus genitales. Rodrigo-dijo- es muy bonita esa mujer que está allá sentada sola. Bueno que le vamos a hacer, no tenemos billetes. A pesar de todo, Lorenzo era muy tímido y no se atrevía a entrar al Bar para hablarle si quiera. No seamos hijueputas nos jodimos. Rodrigo quería fumar marihuana. Lorenzo había perdido su año escolar y estaba asustado ante el autoritarismo de su madre. Si marica, usted tranquilo porque no estudia. Entonces vamos a buscar marihuana, dijo Rodrigo. Pasaron por el bar El Roto del Humo, Lorenzo no sabía por qué había recordado la pregunta con la que perdió su año escolar: ¿Quién entraba por Richard Nixon, a la Presidencia? Pero si yo no soy gringo , a duras penas me gusta ver bailar a Travolta, se decía. Además no fumo marihuana y éste marica quiere empezar a fumar marihuana. Se acercaron al Roto del Humo y Lorenzo quedó maravillado, estaba lleno a reventar y todos estaban bailando una versión Vallenato de la canción Alicia la Flaca en un frenetismo de movimiento de caderas ; se acercaron un poco más, era un bar de prostitutas homosexuales. En la claridad que les daba las luces giratorias en la pista de baile, pudo observar las caras de éxtasis de los homosexuales. Vamos a buscar Marihuana, dijo. Rodrigo se internó entre unas casuchas miserables a las que se llegaba descendiendo por unas escaleras. Yo lo espero aquí, en una esquina despejada por la neblina del amanecer. Pasaron unos minutos, cuando vio a Rodrigo apretándose con una mano el ombligo. Primo, le dijo con cariño, me metieron la punta de un cuchillo en el ombligo. Rodrigo era un jovenzuelo que vivía hacia poco tiempo en la calle, su familia vivía en la indigencia. Lorenzo comenzó a pensar en su primera comunión, si, se veía elegante en la iglesia, había blasfemado varias veces por que accedía fácilmente a la cólera frente a su familia; su abuela que lo llevaba de la mano, lo sintió inquieto y lo aferro mas fuerte cuando el cura paso dando bendiciones
23-12-2010
La madrugada y el fin de diciembre me rasgaban suavemente el corazón. Estaba sobrio, expectante. Observaba al chico que tenía un hambre terrible y la manifestaba. El hotel se veía desde la distancia como un restaurante chino en un sector popular ¡Comer era la cuestión! El hambre del chico me conmovió mucho. Salí a la calle a observar: una mujer semidesnuda se ocultó tras un poste de alumbrado y luego entró en la antepuerta de uno de esos hospedajes de mala muerte, después un tipo mal encarado se lanzó a la boca del poste donde había entrado la mujer. Muchos indigentes aparecieron de la nada por esa misma calle que alcanzaba a tener un poco de la luz que irradiaba de una avenida principal metros arriba: se disponían a buscar ansiosos en los andenes no sé qué cosas. De una -Me dice Carlos- camina y busca unos ayacos. Una caña de un retardado volador, caía inofensivamente sobre un tejado. En la desierta manzana de la plaza de mercados, revoloteaban algunos buitres. El Padre del chico, viejo en su oficio de portero, observaba quizá con una tranquilidad estudiada, el hambre del hijo. Me desesperé un poco: no tengo la culpa de ser cobarde, la literatura es basura, hace a los hombres cobardes y provincianos; lo único que tengo que hacer es cruzar la calle frente a la plaza de mercado, pasar por la vereda donde están los indigentes e ir a buscar el bollo. Hay un montículo de basura por allí, he visto que salen ratones y vuelan como colibríes. Un ratón blanco se posó sobre un mugriento poste, reclamándome el diente del niño: no ha mudado de dientes -le dije- En la esquina, en una caseta, unas personas bebían cerveza. El aturdimiento de la pólvora se había aturdido y daba paso a un pequeño cielo despejado. Tomo cerveza, brindo por la vida y por el primero de enero que me descubre aun en la mierda. El ratón se posó sobre mi hombro, tarareo una canción conocida para darme valor y la señora me dice -Cuídate hijo- Después , salí con los bollos. A la mujer del poste, aun el hombre la tenía crucificada en un pasional abrazo erótico, mientras al otro lado el cuchillo de un indigente resplandecía por el día.
12-2000
EL MACHO
Le habían dado la dirección de una nueva sala, entrando vio las chicas sentadas juntas en un largo mueble, una de las chicas le habló al oído a la Matrona. Lo hicieron sentar frente a ellas y le ofrecieron una cerveza, comenzó a beber a sorbos cortos y a mirarlas detenidamente, sin prisa, con sus ojos rasgados y su sonrisa apagada. No le parecía que esas muchachas estuvieran para ponerse un uniforme colegial como su amigo le había dicho. Mas sin embrago algo lo detuvo y le habló al oído a la Matrona; le señaló con cual chica quería estar, mientras pensaba que ella la elegida le parecía conocida. Ensayó poner la mano en el muslo despejado al cruzar las piernas. Ella se sintió un poco avergonzada, pero sin razón pensó él pues ese era su oficio y ahora que lo pensaba no se sabía si estaba acostumbrada, pues supuestamente esas jóvenes estarían estrenándose en esos menesteres. Se consoló pensando que así se sentiría la primera vez que un cliente le ayudó a quitarse el brasier. De todas maneras eso era voluntario del cliente. El macho se estremeció ante la piel de leche que tenía ante sí. Acostado boca abajo en la camilla, recordó la de ojos verdes, que por su ingenuidad lo hizo temblar mientras untaba la crema en sus espaldas. Vio a la chica concentrada en los movimientos de las manos por sus garrudos brazos. En los lisos muros unos amantes abstractos se retorcían. Se estremeció al pensar que antes de llegar a la sala, por la calle se encontró con una de sus alumnas del colegio que lo saludó efusivamente, que tal que lo vieran en estas-pensó- arruinaría su vida. Era conocido como un reparador electrónico en todas las salas de masajes que habían en la ciudad y lo conocían con el apodo del macho, pues cierta vez había gritado que él no tenía ni un pelo del otro equipo, hasta le daban crédito y a veces daba pagares falsos. Su afán de asedio en las salas era conseguir siempre la más joven recién llegada. Salió bruscamente de sus pensamientos y un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando la chica le dice “profesor”, sin quererlo tuvo una gran erección. Ella Le dice que tranquilo y le muestra un vibrador que tenía guardado. El profesor queda paralizado. Ella intuía su suave consentimiento al resbalarle el vibrador sobre sus espaldas. el sentimiento de su machismo se apoderó de su alma al sentir la mazorca deslizándose hasta sus viriles glúteos. La chica quería que los hombres supieran como era ser penetrada. Ella misma quería ser un hombre. El macho sintió cierto estremecimiento.
11-03-1996
El Escritor Noctámbulo
Cuando Lorenzo supo que Octavo Paz había ganado el premio Nobel merced a su genialidad burocrática, decidió decididamente anular todo vestigio de burocracia de su vida de escritor: nada de vender libros y menos de promocionar su propia literatura ¡Qué es eso¡ valga la burla. Que un escritor tenga que seducir a la gente para que lo lean, el que debe seducir es el texto mismo –reflexionaba perentoriamente- así que abandonó sus escritos al maravilloso escenario del publico invisible, del tiempo avaro y dejaría que la fama ( que se volvió una vieja hippie según él ) hiciera lo que se le diera la gana; sus provincianos amigos escritores que pensaban también que la literatura era “presencia” podían seguir engañándose. De todas maneras Octavio Paz era un mediocre que había sido famoso, con el olvido rondándolo como polillas y se confesó a si mismo lo que en conciencia era cierto: él sería un mediocre oscuro, pero al diablo, tendría a los grandes genios de letras a su alcance: leería un treinta y uno de diciembre a media noche el más famoso poema de Goethe, leería en sus amaneceres más trasnochados a la Eneida, a Baudelaire y a Vallejo. En conclusión, para un escritor como él que había lanzado al caño la burocracia, el mercantilismo del libro, la literatura de mercado y la irracionalidad de las musas, nada mejor que internet, que me lean todos los que quieran. Así pasaban los años y publicaba su artículos, relatos y poemas sin sondeos de visitas a sus páginas y a otras páginas que manipulaban lo sondeos de visitas y atraían lectores mediante la práctica de la ciencia de la publicidad. Me importa un rábano -decía- De ahora en adelante -y no se confesaba que era una especie de retaliación- escribiré para causarle una honda impresión al lector -si es que existe un lector- así nunca sepan quién soy, ni quien seré “yo” . No quería romper con el “yo” pese a todo y pasar a las filas de los liberados del ego que solo querían o vislumbraban la trinidad griega: la belleza, la ciencia y la virtud”. Si, sus textos tenían un nombre de autor. Una mañana que se despertó a mirar su página, observó que uno de sus relatos publicados un tiempo atrás, tenía un comentario: del otro lado del océano alguien lo había leído y ponía un buen comentario de un relato: original y me gusta este relato, decía el comentario. Así pasó casi un año reflexionando ese comentario y llegó a la conclusión que es mejor un comentario sincero que mil visitadores hipócritas. El tiro que le pegaría al lector que cayera en la trampa de sus textos, sería el de manipular su conciencia, el de hacerlo cuestionar sin que se diera cuenta, el de conducirlo como a un caballo al potrero de sus especulaciones y sobre todo en sus artículos que los escribía para el presente. Pero había días en que lloraba como alguien que había perdido un hijo, tanto tiempo perdido, recordaba las palabras de su abuela que decía siempre, no a él a Lorenzo, sino al aire para que todos lo escucharan, pero en el fondo sabía que esa sentencia iba dirigida a él “que el tiempo es oro y los santos lo lloran” palabras que para él sintetizaban el utilitarismo anglosajón y la moral de una época que persistía en mantenerse a través del tiempo y que cuando su abuela las decía a él no le decían absolutamente nada, pero mucho tiempo después comprendió lo que le decía su madre y se dijo que era tarde, estaba poseído por el demonio de la literatura y así algún santo tendría motivo para llorarle. Vomitaba esos pensamientos y recordaba que no había leído a Proust, que no buscaría por ningún motivo ningún tiempo perdido, mientras imaginaba a los escritores que la “gloria” les había regalado alegría, pero a pesar de todo él estaba contento, él era seductor, o mejor, sus textos eran seductores, amen y seguiría pensando que el terrible utilitarismo anglosajón posesionado en el mundo era lo más unilateral del mundo.
El Hijo de Ruth
Ricardo era el tipo de hombre que nunca había convivido con una mujer y que quizá nunca conviviría con una mujer. Ante sus dos amigos exponía reflexiones lucidas y mostraba su agrado por las mujeres jóvenes, como queriendo entrar en la conciencia de uno de sus amigos por sus gustos por las mujeres maduras. Sus ojos eran rasgados, como los de un oriental, sino resultado de una cirugía que había rellenado su cara para hacerlo ver más jovial, lo que le había producido que las secuelas de su acné de adolescente se notaran más, como si hubiera sido intervenido después de una quemadura . Su amigo le parecía que esa descripción exageraba, pero si se podía ver como un Maicol Jackson, a no ser por sus complejos debido también a su estatura. Sus dos amigos lo seguían fielmente en sus andanzas reflexivas, sino fuera también porque uno de ellos cayó en cuenta que sus disimuladas críticas hàcia lo que él hacia, lo estaban cohibiendo más de la cuenta. No moleste tanto, le decía a su otro amigo, me tiene ya traumatizado y sobre todo en cuestión de mujeres. Si se decía que era atractivo en comparación a Ricardo, porque no podía tener una chica hermosa. Al tercer amigo le parecía que este no era comportamiento de tipos de 34 años, pero los toleraba porque sus amigos les representaba un status que él no tenía, a pesar de que se consideraba más inteligente que los dos, pero a pesar de que la madre de Ricardo lo consideraba a él un borracho y mala influencia para Ricardo, a pesar de eso lo invitaban a compartir la Cena en la casa de ellos, cosa que él por falta de carácter se negaba a rechazar y lo que le valió en una ocasión que una novia que tenia lo sacara de la casa por no cumplirle una cita. Pero ninguno de los dos se atrevía a criticar a Ricardo frente a él Los dos amigos hablaban de él a sus espaldas y al otro día ya estaban reunidos.
02-01-2011
El Roto del Humo
Era la una de la mañana, pasaron por el bar Los Perros y estaba también lleno de prostitutas bailando cumbias vallenatos. Prostitutas de bajo precio pero la mayoría de ellas muy jóvenes. La pequeña minifalda que usaban y el contoneo ordinario de las caderas los hacían ver desde fuera en un frenético movimiento de los genitales. Pasaron por el Bar Carrusel donde también estaba lleno. Las prostitutas que allí habían eran más cotizadas. En ese bar no entraban sino tipos que tenían bastantes billetes. Pero ni por que así fuera, ese era un barrio que era un hervidero de delincuentes, gentes de mala vida e informales, era un zona roja, una zona de tolerancia de mala muerte . Era casi medio barrio lleno de Bares, casas de lenocinio y fumaderos de drogas. Lorenzo, le decía el amigo –Usted fue muy grosero en su primera comunión, no dejaba de maldecir- Pasaron por el bar Casa de las Muñecas y a Lorenzo le llamó mucho la atención una muchacha que estaba sentada y dejaba ver sus piernas color canela hasta sus genitales. Rodrigo-dijo- es muy bonita esa mujer que está allá sentada sola. Bueno que le vamos a hacer, no tenemos billetes. A pesar de todo, Lorenzo era muy tímido y no se atrevía a entrar al Bar para hablarle si quiera. No seamos hijueputas nos jodimos. Rodrigo quería fumar marihuana. Lorenzo había perdido su año escolar y estaba asustado ante el autoritarismo de su madre. Si marica, usted tranquilo porque no estudia. Entonces vamos a buscar marihuana, dijo Rodrigo. Pasaron por el bar El Roto del Humo, Lorenzo no sabía por qué había recordado la pregunta con la que perdió su año escolar: ¿Quién entraba por Richard Nixon, a la Presidencia? Pero si yo no soy gringo , a duras penas me gusta ver bailar a Travolta, se decía. Además no fumo marihuana y éste marica quiere empezar a fumar marihuana. Se acercaron al Roto del Humo y Lorenzo quedó maravillado, estaba lleno a reventar y todos estaban bailando una versión Vallenato de la canción Alicia la Flaca en un frenetismo de movimiento de caderas ; se acercaron un poco más, era un bar de prostitutas homosexuales. En la claridad que les daba las luces giratorias en la pista de baile, pudo observar las caras de éxtasis de los homosexuales. Vamos a buscar Marihuana, dijo. Rodrigo se internó entre unas casuchas miserables a las que se llegaba descendiendo por unas escaleras. Yo lo espero aquí, en una esquina despejada por la neblina del amanecer. Pasaron unos minutos, cuando vio a Rodrigo apretándose con una mano el ombligo. Primo, le dijo con cariño, me metieron la punta de un cuchillo en el ombligo. Rodrigo era un jovenzuelo que vivía hacia poco tiempo en la calle, su familia vivía en la indigencia. Lorenzo comenzó a pensar en su primera comunión, si, se veía elegante en la iglesia, había blasfemado varias veces por que accedía fácilmente a la cólera frente a su familia; su abuela que lo llevaba de la mano, lo sintió inquieto y lo aferro mas fuerte cuando el cura paso dando bendiciones
23-12-2010
martes, 13 de septiembre de 2011
El Monte Sacro de Roma...Eljuramento perdido
El juramento perdido
10-10-010
(2)
El 30 de diciembre del 2010, Lorenzo estaba a punto de abordar un Tren directo a Roma junto con su mujer pero un malestar de última hora los obligó a quedarse en Bolonia. Lorenzo no estaba en Roma, como había dicho, su mentira se debió a una estrategia de escritor y esta era la fecha y la virosis de la temporada invernal que habían adquirido no se les despejaba. A pesar de eso su obsesión por ubicar el sitio exacto del Monte Sacro se trasladó a los mapas satelitales y a viejos foros en internet, su mujer en cambio anhelaba ver partir el año en el vaticano bajo el saludable saludo del Papa. Lorenzo no podía entender porque las noticias sobre los hechos ocurridos en el Monte Sacro por lo menos cuatro siglos antes de Cristo eran tan casuales y escasas. El cosmopolita pueblo de la época quería una apertura democrática que los Romanos les negaban y allí los plebeyos en memoria de esto hicieron una cripta dedicada a Júpiter Terrible, Dios supremo de los Romanos y que había llevado a la tierra en manos de Pandora la Caja “terrible”. ¿Pero sabrían los Plebeyos que la esperanza rondaba aún el fondo de la caja? Lorenzo recordó que había leído en alguna parte que por un tiempo la humanidad estuvo sola, poblada de Dioses con debilidades humanas. Se imaginaba a Júpiter transformado en cisne para seducir a Leda. Simón con su tocayo y maestro, siglos después se encontró cara a cara con Licinio, el líder de los Plebeyos o se encontró cara a cara con la “esperanza” que aun vagaba entre los siglos por el monte Aventino. Lorenzo no entendía porque los Italianos modernos no le dieron absolutamente ninguna importancia a estos eventos, se había lavado de la mentalidad de Roma la primera protesta democrática del occidente naciente y luego el tenaz juramento de Bolívar no se habría ni mencionado en las crónicas de historia italiana. No había ni señas en el ciberespacio de la inscripción a Júpiter que había dejado Licinio en el Aventino, en memoria de ese acontecimiento, o ahora en el puente antiguo que había quedado tras siglos de abandono. La única señal clara que denotaba el sitio del Monte sacro era el puente Nomentano en la confluencia de los canalizados arroyos (otrora ríos) Alniene y Ullmano. Pero lo que le preocupaba más a Lorenzo era la despreocupada interpretación que hacían actualmente de la figura y obra de Simón Bolívar. Despreocupada interpretación que tuvo sus inicios según entiende del mismísimo Marx que ocupado en ese momento de Napoleón tildó a Bolívar de Napoleónico, acusación que pesa aun sobre sus humanos hombros, humanos porqué las cartillas oficiales también momificaron a Bolívar en las tendencias románticas y neoclásicas del héroe inaccesible. ¿Sabía Karl Marx de las ideas de Bolívar? Sabia Marx sin duda de las ideas de Napoleón sin gustarle el epíteto de “cesarismo” que le sumaban a Napoleón . La paradójica situación de Simón estuvo en que su “ideal” se llenó de sustancias ideológicas que él mismo no profesó , hasta convertirlo en alguien que mucha gente no quiere tanto en derechas como en izquierdas. El Bolívar que amaba Leonardo, era el Bolívar que había poblado el libro de Gabo: “El General en su Laberinto” era el Bolívar Humano y Demócrata, que aceptaba humildemente su destino: la incomprensión y el abandono. Marx en ese tiempo no entendió a Latinoamérica y la visión de “Unión” de Bolívar, además Europa estaba en completa posesión de sus ideas de nacionalismo. A Europa que le importaba que Simón hubiera estado en el Monte Sacro recordando a Licinio, invocando la “esperanza” . Nadie más ajeno a las ideas de “nacionalismo” que Bolívar. El Bolívar que luchó por la libertad y la unión continental, era contrario a las dictaduras y evidentemente a los nacionalismos. En el amanecer del 31 de diciembre, Leonardo se levantó de la cama: su mujer aun dormía y tocó su frente caliente por la fiebre: le dio de beber agua y después entro al mapa satelital: creyó ver en el Barrio Monte Sacro un monumento curioso, se detuvo en el nombre y creyó leer “parque de la libertad” . Creía estar delirando por su escalofrió y su tos, no deliraba, estaba ahí, un monumento dedicado a bolívar; según leyó , el presidente venezolano lo había mandado a hacer a un coterráneo suyo y en una ceremonia donde estuvieron los italianos inauguró el monumento sin representantes de ningún otro país bolivariano, creyó leer Leonardo
(3)
La verdad era otra, Leonardo Camilo cuando estuvo en Roma por primera vez, estuvo con su mujer en uno de esos recorridos por los sitios más visitados por los turistas en un bus de dos pisos (Por su puesto, la pareja iba en el Segundo piso destechado) y Camilo vio “La piedad” en la capilla Sixtina, detenidamente hasta el punto que su mujer lo pellizcó pues llevaba más de una hora viéndola, y hasta tenia nerviosos a los celosos vigilantes. Había cosechado la idea de ubicar el Monte Sacro pero su timidez se lo impedía y el escaso presupuesto que tenían para quedarse en Roma ( Su mujer había llegado hacia unos años a Italia como inmigrante). La segunda vez plantearon ir a Roma en una visita relámpago debido a que regresarían pronto a su país de origen, Camilo ya tenía la idea clara de ubicar el Monte sacro y además también podía imponérsele un poco más a su mujer. A finales de diciembre del 2010 intentaron ir, como se mencionó, pero Camilo logró su objetivo unos meses después, lo que ubicó a la pareja en la intención de visitar el monte sacro antes que nada. Tal como lo había visto en internet, el Viejo puente Nomentano, al parecer sitio exacto del monte sacro, pero poco tiempo después inspeccionando un poco el antiguo puente (tenían poco tiempo) no vio por ninguna parte el testimonio del juramento de Bolívar ( ni siquiera una pequeña placa conmemorativa) y según resulta, el hermoso monumento que construyó a esto el gobierno venezolano, estaría ubicado lejos de allí acaso con la intención de hacerlo más turístico y dejarlo como el sitio exacto del juramento de Bolívar: sitio inaugurado con toda pompa y a los que asistieron verdaderamente como invitados de piedra, los embajadores de los países bolivarianos ( ¿una mano de mayúsculos diplomáticos?) y quizá sitio que convendría por tener acceso a más despistados turistas, porque a decir verdad, el “nomentano” no lo visitaba nadie, a no ser algunos informados en su historia, pero también cabe denunciar, que en los intensos paseos de la pareja por los sitios más concurridos de Roma y donde el cumulo de gentes de todo el mundo era inimaginable, tampoco, desgraciadamente, se comentaba ni mas remotamente el sitio donde se ubicaba el monumento a Bolívar. El bello parque, cercano al Nomentano estaba en un descuido total y uno que otro anciano se acomodaba en sus perdidos escaños. A Camilo no le quedó tiempo de ubicar el monumento ( su mujer se impuso una vez más con un argumento irrefutable) pues la romería de turistas que se movilizaban como hormigas recorrerían los sitios ya consabidos. Ni siquiera un humilde turista había visto Camilo pasearse por el Viejo Puente Nomentano, y solo un puñado de operarios inmigrantes en un inmenso garaje observaban curiosos a la pareja inspeccionar el Puente: luego llegó lo que parecía ser un fotógrafo profesional a encuadrar el Puente en su cámara. La decepción de Camilo no era tanta como su duda ¿donde estaría la inscripción a Júpiter Terrible y el sitio exacto del Juramento? A ningún turista le importaba y quizá el barrido cultural de la mentalidad de las gentes de Sudamérica e Italianas les impedía apreciar esto, pues cierta vez en la ciudad donde Camilo había trabajado en el norte de Italia (Bolonia) entabló conversación con un paisano bolivariano que había trabajado mucho tiempo en Roma y le disparó con un gesto de desprecio esta afirmación: “pero que tiene el Puente, si es uno más entre un Viejo Puente mas, el monte sacro es un barrio entre un barrio más de Roma” ( este paisano solo pensaba en crear une empresa mística, como en Sudamérica y Centroamérica en el que había prosperado tanto el protestantismo como una prospera industria que hacía nuevos ricos a montón, y como en Colombia que esta empresa ya intervenía en la politiquería y quitaba y ponía congresistas. Como decían algunos ilusos italianos , pobre Italia con tantos emigrantes, sintonizando el postulado del partido xenófobo y racista de la liga Nord. Camilo decía, pobres italianos cayendo cada día más en la ignorancia y en incomprensión. La “reforma” en Europa costo muchas guerras. A finales del siglo XX, América Latina efectuaba por decreto una curiosa “reforma”, como había efectuado por decreto su entrada a la democracia. Pero esta reforma tardía, la ubicaba siempre en platos de segunda mesa.
13-09-2011
Bajo los auspicios de una luna pálida de otoño, me veía caminando de un lado a otro el «ponte nomentano» en Roma. Los silenciosos murmullos del río Annio me regalaban la romántica escena de un joven Bolivar sentado junto a su Tutor Simón Rodriguez, observando las verdes colinas vecinas, y a punto de «jurar» la lucha por la independencia. Pero no, ya el tiempo se había llevado al Río Annio, y las Colinas eran relampagueantes faros del urbanismo moderno. Pero si, estaba auspiciado de la curiosidad de muchos obreros de Marruecos que acababan de salir de una fábrica aledaña y que miraban mi desorientación como si fuera a suicidarme lanzándome del «ponte» que casi rozaba la tierra.
El parque enmontado donde estaba una rutinaria estatua de Bolivar a pocas cuadras del urbanizado Monte Sacro, me dejaba más asombrado. Ni una sola mención al juramento de Bolivar; seguí caminado y sentía el avance del siglo XXI, pesado en mi espalda. Ya bien entrada la noche, después de haber caminado una hora, me encuentro con «el Obelisco» que el gobierno de Venezuela había inaugurado hacia pocos meses, y que también borraba desapercibidamente la placa donde constaba que Bolivar había jurado.
El parque enmontado donde estaba una rutinaria estatua de Bolivar a pocas cuadras del urbanizado Monte Sacro, me dejaba más asombrado. Ni una sola mención al juramento de Bolivar; seguí caminado y sentía el avance del siglo XXI, pesado en mi espalda. Ya bien entrada la noche, después de haber caminado una hora, me encuentro con «el Obelisco» que el gobierno de Venezuela había inaugurado hacia pocos meses, y que también borraba desapercibidamente la placa donde constaba que Bolivar había jurado.
Una inesperada tempestad borró a Roma en un par de segundos, me pareció que Júpiter comandaba la furia desatada de la plebe contra el Emperador. Gladiadores y esclavos se dirigirían al Monte Sacro donde tomarían el Puente Nomentano; empapado y ahora seguido por una patrulla de la «polizia d´stato» pensaba en indagar la primera pista que tenía: un manuscrito de Simón Rodriguez que según entendidos estaba en una sala de la hermosa Biblioteca fundada en el inicio de la era científica en 1700, y que se ubicaba en la «vía di Sant´ignazio»
****
Jamás imaginó que estaría en Roma y ahora que se encontraba allí, su mente se blanqueó: trató de calmarse; después de algunas horas recordó la “piedad”. Eso es, lo primera que haría sería contemplar la “piedad” hasta la saciedad. La verdad Miguel Ángel le era más o menos indiferente y más si siempre se había considerado agnóstico. Pero pensó rápidamente que cometería con ello una injusticia histórica : además no era “jacobino”, la “piedad” es una escultura del patrimonio cultural y religioso de occidente, Latinoamérica la ha heredado y los abuelos no quieren que eso cambie. Hay que tener piedad-se dijo- entonces contemplará la “piedad” como primera cosa que haga. Pero miércoles -se dijo- verdad que es casado y lo que cuenta es lo que diga su mujer, al girar en una esquina para ir hacia el hotel quedó petrificado, él, que era un liberal hobbesiano no había recordado al “monte sacro” allí se juró la primera insurrección contra los patricios Romanos y con ese recuerdo Bolívar hizo su juramento allí al lado de su genial y generoso maestro. Una lágrima resbaló por sus mejillas: seis meses en Córcega y no escuchó jamás a nadie mencionar “el monte sacro”. Los Italianos jamás hablaban del “monte sacro” histórico, al menos él nunca escuchó hablar del monte sacro: el monte sacro se había borrado de la mente de todos y ahora al parecer era un barrio de Roma. Tendría que investigar urgentemente, al miércoles todo, investigaría el sitio exacto del monte sacro.10-10-010
(2)
El 30 de diciembre del 2010, Lorenzo estaba a punto de abordar un Tren directo a Roma junto con su mujer pero un malestar de última hora los obligó a quedarse en Bolonia. Lorenzo no estaba en Roma, como había dicho, su mentira se debió a una estrategia de escritor y esta era la fecha y la virosis de la temporada invernal que habían adquirido no se les despejaba. A pesar de eso su obsesión por ubicar el sitio exacto del Monte Sacro se trasladó a los mapas satelitales y a viejos foros en internet, su mujer en cambio anhelaba ver partir el año en el vaticano bajo el saludable saludo del Papa. Lorenzo no podía entender porque las noticias sobre los hechos ocurridos en el Monte Sacro por lo menos cuatro siglos antes de Cristo eran tan casuales y escasas. El cosmopolita pueblo de la época quería una apertura democrática que los Romanos les negaban y allí los plebeyos en memoria de esto hicieron una cripta dedicada a Júpiter Terrible, Dios supremo de los Romanos y que había llevado a la tierra en manos de Pandora la Caja “terrible”. ¿Pero sabrían los Plebeyos que la esperanza rondaba aún el fondo de la caja? Lorenzo recordó que había leído en alguna parte que por un tiempo la humanidad estuvo sola, poblada de Dioses con debilidades humanas. Se imaginaba a Júpiter transformado en cisne para seducir a Leda. Simón con su tocayo y maestro, siglos después se encontró cara a cara con Licinio, el líder de los Plebeyos o se encontró cara a cara con la “esperanza” que aun vagaba entre los siglos por el monte Aventino. Lorenzo no entendía porque los Italianos modernos no le dieron absolutamente ninguna importancia a estos eventos, se había lavado de la mentalidad de Roma la primera protesta democrática del occidente naciente y luego el tenaz juramento de Bolívar no se habría ni mencionado en las crónicas de historia italiana. No había ni señas en el ciberespacio de la inscripción a Júpiter que había dejado Licinio en el Aventino, en memoria de ese acontecimiento, o ahora en el puente antiguo que había quedado tras siglos de abandono. La única señal clara que denotaba el sitio del Monte sacro era el puente Nomentano en la confluencia de los canalizados arroyos (otrora ríos) Alniene y Ullmano. Pero lo que le preocupaba más a Lorenzo era la despreocupada interpretación que hacían actualmente de la figura y obra de Simón Bolívar. Despreocupada interpretación que tuvo sus inicios según entiende del mismísimo Marx que ocupado en ese momento de Napoleón tildó a Bolívar de Napoleónico, acusación que pesa aun sobre sus humanos hombros, humanos porqué las cartillas oficiales también momificaron a Bolívar en las tendencias románticas y neoclásicas del héroe inaccesible. ¿Sabía Karl Marx de las ideas de Bolívar? Sabia Marx sin duda de las ideas de Napoleón sin gustarle el epíteto de “cesarismo” que le sumaban a Napoleón . La paradójica situación de Simón estuvo en que su “ideal” se llenó de sustancias ideológicas que él mismo no profesó , hasta convertirlo en alguien que mucha gente no quiere tanto en derechas como en izquierdas. El Bolívar que amaba Leonardo, era el Bolívar que había poblado el libro de Gabo: “El General en su Laberinto” era el Bolívar Humano y Demócrata, que aceptaba humildemente su destino: la incomprensión y el abandono. Marx en ese tiempo no entendió a Latinoamérica y la visión de “Unión” de Bolívar, además Europa estaba en completa posesión de sus ideas de nacionalismo. A Europa que le importaba que Simón hubiera estado en el Monte Sacro recordando a Licinio, invocando la “esperanza” . Nadie más ajeno a las ideas de “nacionalismo” que Bolívar. El Bolívar que luchó por la libertad y la unión continental, era contrario a las dictaduras y evidentemente a los nacionalismos. En el amanecer del 31 de diciembre, Leonardo se levantó de la cama: su mujer aun dormía y tocó su frente caliente por la fiebre: le dio de beber agua y después entro al mapa satelital: creyó ver en el Barrio Monte Sacro un monumento curioso, se detuvo en el nombre y creyó leer “parque de la libertad” . Creía estar delirando por su escalofrió y su tos, no deliraba, estaba ahí, un monumento dedicado a bolívar; según leyó , el presidente venezolano lo había mandado a hacer a un coterráneo suyo y en una ceremonia donde estuvieron los italianos inauguró el monumento sin representantes de ningún otro país bolivariano, creyó leer Leonardo
(3)
La verdad era otra, Leonardo Camilo cuando estuvo en Roma por primera vez, estuvo con su mujer en uno de esos recorridos por los sitios más visitados por los turistas en un bus de dos pisos (Por su puesto, la pareja iba en el Segundo piso destechado) y Camilo vio “La piedad” en la capilla Sixtina, detenidamente hasta el punto que su mujer lo pellizcó pues llevaba más de una hora viéndola, y hasta tenia nerviosos a los celosos vigilantes. Había cosechado la idea de ubicar el Monte Sacro pero su timidez se lo impedía y el escaso presupuesto que tenían para quedarse en Roma ( Su mujer había llegado hacia unos años a Italia como inmigrante). La segunda vez plantearon ir a Roma en una visita relámpago debido a que regresarían pronto a su país de origen, Camilo ya tenía la idea clara de ubicar el Monte sacro y además también podía imponérsele un poco más a su mujer. A finales de diciembre del 2010 intentaron ir, como se mencionó, pero Camilo logró su objetivo unos meses después, lo que ubicó a la pareja en la intención de visitar el monte sacro antes que nada. Tal como lo había visto en internet, el Viejo puente Nomentano, al parecer sitio exacto del monte sacro, pero poco tiempo después inspeccionando un poco el antiguo puente (tenían poco tiempo) no vio por ninguna parte el testimonio del juramento de Bolívar ( ni siquiera una pequeña placa conmemorativa) y según resulta, el hermoso monumento que construyó a esto el gobierno venezolano, estaría ubicado lejos de allí acaso con la intención de hacerlo más turístico y dejarlo como el sitio exacto del juramento de Bolívar: sitio inaugurado con toda pompa y a los que asistieron verdaderamente como invitados de piedra, los embajadores de los países bolivarianos ( ¿una mano de mayúsculos diplomáticos?) y quizá sitio que convendría por tener acceso a más despistados turistas, porque a decir verdad, el “nomentano” no lo visitaba nadie, a no ser algunos informados en su historia, pero también cabe denunciar, que en los intensos paseos de la pareja por los sitios más concurridos de Roma y donde el cumulo de gentes de todo el mundo era inimaginable, tampoco, desgraciadamente, se comentaba ni mas remotamente el sitio donde se ubicaba el monumento a Bolívar. El bello parque, cercano al Nomentano estaba en un descuido total y uno que otro anciano se acomodaba en sus perdidos escaños. A Camilo no le quedó tiempo de ubicar el monumento ( su mujer se impuso una vez más con un argumento irrefutable) pues la romería de turistas que se movilizaban como hormigas recorrerían los sitios ya consabidos. Ni siquiera un humilde turista había visto Camilo pasearse por el Viejo Puente Nomentano, y solo un puñado de operarios inmigrantes en un inmenso garaje observaban curiosos a la pareja inspeccionar el Puente: luego llegó lo que parecía ser un fotógrafo profesional a encuadrar el Puente en su cámara. La decepción de Camilo no era tanta como su duda ¿donde estaría la inscripción a Júpiter Terrible y el sitio exacto del Juramento? A ningún turista le importaba y quizá el barrido cultural de la mentalidad de las gentes de Sudamérica e Italianas les impedía apreciar esto, pues cierta vez en la ciudad donde Camilo había trabajado en el norte de Italia (Bolonia) entabló conversación con un paisano bolivariano que había trabajado mucho tiempo en Roma y le disparó con un gesto de desprecio esta afirmación: “pero que tiene el Puente, si es uno más entre un Viejo Puente mas, el monte sacro es un barrio entre un barrio más de Roma” ( este paisano solo pensaba en crear une empresa mística, como en Sudamérica y Centroamérica en el que había prosperado tanto el protestantismo como una prospera industria que hacía nuevos ricos a montón, y como en Colombia que esta empresa ya intervenía en la politiquería y quitaba y ponía congresistas. Como decían algunos ilusos italianos , pobre Italia con tantos emigrantes, sintonizando el postulado del partido xenófobo y racista de la liga Nord. Camilo decía, pobres italianos cayendo cada día más en la ignorancia y en incomprensión. La “reforma” en Europa costo muchas guerras. A finales del siglo XX, América Latina efectuaba por decreto una curiosa “reforma”, como había efectuado por decreto su entrada a la democracia. Pero esta reforma tardía, la ubicaba siempre en platos de segunda mesa.
13-09-2011
Etiquetas:
Literatura-narrativa-relatos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)